jueves, marzo 28, 2024
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Europa en Polonia

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El rudo negociador del Tratado de Lisboa, Lech Kaczynski, se hace presente en una Europa ensimismada por la crisis, por la incertidumbre ante si logrará mantener su estatus, ese lugar envidiable en confort y en derechos que disfruta. La segunda tragedia de Katyn provoca una mirada al pasado dramático del continente, pero también una admiración hacia la dignidad del país, que proyecta el alma de esa nación.

Los despachos de los europarlamentarios se paralizan, se han aplazado las agendas. Es Polonia, su tragedia rediviva, la que obliga a una escansión. Bruselas ha diferido otras decisiones para esclarecer el horizonte, ante el resurgir de un país en duelo, y se alejan otros ecos miserables, de manipuladores y avaros locales.

Polonia recibirá este sábado la más alta representación de países democráticos en su historia. Alemania y Rusia, países que el malogrado Kaczynski se resistió a perdonar, están en primera fila. La proyección de la película en de Andrezj Wajda, Katyn, en horario de máxima audiencia en Rusia, ordenada por Putin, y el calor demostrado por las autoridades rusas ante el desastre, abre la esperanza para cerrar el siniestro capítulo del pasado. Porque si los jóvenes rusos no pueden ser responsables de la matanza de 23.000 polacos en Katyn en 1940, que arrasó con toda la élite del país, el silencio y la mentira de sus antepasados -incluidas las autoridades polacas de entonces- recaería sobre ellos. Sin esta liberación, esta verdad difundida y el reconocimiento de la culpa pasada, se alejaría la absolución de un país ante lo que otros hicieron. Como Alemania, que ha hecho de la memoria del pasado su presente cotidiano.

La lección de la Rusia y Alemania actuales en la tragedia polaca, haciendo visible su culpa y el martirio infligido por el nazismo y el comunismo, augura una ilusión de futuro para Europa. Polonia ha sido la primera en alentar la esperanza con la puesta en marcha de un país descabezado de su élite por un accidente aéreo, a través de sus segundos hombres y mujeres. El país se levanta con los sucesores de esa minoría rectora. El lugar -Katyn- evoca el pasado cruel, pero el presente anuncia otro futuro. Allí, donde Kazinski, su esposa y otros 94 patriotas querían rendir su homenaje a la historia y a su dignidad como nación, tras décadas de mentiras consentidas, se alzó de nuevo la muerte. Sólo que ahora Polonia pervive. El joven país europeo (lo es de pleno derecho desde el 2003) cabalga por su cuenta. En Bruselas, aunque cada uno va a lo suyo, el respeto a su historia se impone. 

Chelo Aparicio

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