sábado, abril 20, 2024
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El déficit y el coste

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El Gobierno espera algunos datos que, sin resolver nada de lo que queda por resolver, le den un respiro. Quizá un crecimiento positivo, aunque escaso, en el primer trimestre del año, adelantado por algunos servicios de estudios. Quizá datos de aumento de consumo o de leve incremento del crédito. O, más bien, espera que con esos datos pueda, sin aun contentar a nadie, dar un vuelco en la percepción de quienes piensan, y son mayoría, que las cosas van a ir todavía a peor. Por ahí andan los ministros, esperanzados, ensayando sonrisas, sin pretender tampoco que sean excesivas.

Queda, sin embargo, la tarea principal por hacer. En el caso de la reducción del déficit (es decir, del gasto), el presidente Rodríguez Zapatero ha declarado a The Financial Times -convertido en barómetro de las tormentas- que España va a cumplir con sus compromisos «al coste que sea». Le va a hacer falta, a la espera de las primeras concreciones, tanta decisión como capacidad pedagógica. Hasta el momento, la estrategia del Gobierno ha sido señalar objetivos generales de recorte explicando a continuación que ninguna de las partidas que afectan a los ciudadanos va ser disminuida, y esto, para cualquier mortal, resulta difícil de entender. Menos déficit con más gasto social, con más inversiones, con más becas, con más subvenciones, etc., es la cuadratura del círculo. Y en cuanto se tengan que concretar los recortes va a ser difícil mantener la estrategia de comunicación incluso asegurando que se reducen las partidas pero no los programas.

Ese «coste» al que el presiente se refiere no es sólo una cuestión virtual, una operación contable. El Gobierno se ha comprometido a unos recortes a muy corto plazo y, sorprendente, demora más de la cuenta el esfuerzo hasta el punto de que no son pocos los que dudan que, en tres ejercicios, pueda conseguirlo. Desde luego, la reestructuración de la Administración del Estado y de las empresas públicas, siendo necesaria y urgente, no basta. Tendremos que enfrentarnos, más bien antes que después, a la espinosa cuestión de los sueldos de los funcionarios, de las inversiones y subvenciones y de la protección social. Sin hacerlo, todo son dibujos en el aire. Si la decisión del presidente es la que afirma en esta entrevista, sería conveniente que, sin dilación, comenzara a concretar y a explicar por qué concreta de esa manera. El coste necesario para cumplir los objetivos va a afectar a los servicios del Estado y a la credibilidad del Gobierno si no lo explica clara y seriamente. Todo el tiempo que se ha perdido debe ser recuperado con urgencia y no estaría mal que, con los hipotéticos buenos datos, se comenzara la faena en vez de dormir, esperando tiempos mejores, en los falsos laureles.

Germán Yanke

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