viernes, marzo 29, 2024
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Méndez, Toxo: levantad el culo del asiento

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Han pasado seis años. Ha hecho falta que el número de parados sobrepase los 4 millones. Ha hecho falta que se toque lo único de este país que es intocable, las jubilaciones, con todas las implicaciones que sobre el Estado de Bienestar conllevan unas medidas semejantes, para que, por fin, hayan reaccionado el «cuarto vicepresidente», Cándido Méndez, amiguete donde los haya de José Luis Rodríguez Zapatero, que pierde cada día más afiliados en su organización excesivamente burocratizada y escasamente reivindicativa, y un Toxo recientemente elegido para liderar una de las organizaciones históricamente más reivindicativas de este país y, a su vez, convertida en la más pasiva y más servil por obra y gracia de un dirigente, José María Fidalgo, más proclive a lamer el trasero al poder que a defender los intereses de su clase.

Por fin, faltaría más, dos organizaciones burocráticas que están a punto de desaparecer, por la inoperancia de sus dirigentes más que por el transcurso de la historia, se han dado cuenta de la que se avecina y han decidido echar a la calle a sus afiliados.

Y es que protestar por lo que está pasando, en la calle, en una manifestación «controlada» por la fuerza pública y sin incidentes de mención, es lo menos que puede pasar en un país en el que más de un millón de familias tienen a todos sus miembros en el paro, se encuentran a punto de perder la vivienda por impago de la hipoteca y han cambiado de teléfono porque continuamente se ven agobiadas por llamadas de gestores de recobros exigiendo el pago de deudas. País éste en el que a los políticos se les ha llenado la boca a base de decir que éramos ricos. Nos lo hacían creer mientras nos anestesiaban con televisiones donde nos contaban vidas ejemplares como las de Belén Esteban, «la princesa de los pobres», y gastábamos con Visas comprando coches a plazos imposibles de pagar, Hummers o asimilados, y chalets adosados cuando lo más que podíamos acceder era a un mísero vehículo de gama baja y a un pisito de tres dormitorios con un cuarto de baño.

Y mientras tanto, UGT y CCOO trazándonos un panorama feliz. Alicia en el País de las Maravillas o España, Reino de Jauja, más o menos. Importaba más, como siempre, vendernos un viajecito a través de la agencia del sindicato, que de avisarnos de lo que se nos venía encima. Otra vez la organización de servicios frente a la organización reivindicativa. Ni ideologías ni nada. Aquí lo que importa es el bienestar aunque éste sea una entelequia, algo virtual.

Ahora, Méndez y Toxo se dan cuenta de lo que está pasando. Uno, con la boquita pequeña le dice «no» a quien le da de comer, a su amigo Zapatero, y el otro procura utilizar un lenguaje diplomático. ¿Por qué? ¿Hablamos de las subvenciones que reciben los sindicatos? ¿Hablamos de los estómagos agradecidos de sus funcionarios? Dejémoslo para otro día.

Ernesto Carratalá

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