miércoles, abril 24, 2024
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El festival de Eurovisión

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La caída del Muro de Berlín tuvo consecuencias muy positivas y otras negativas. Entre estas últimas, tal vez la más nefasta fue la supervivencia y ampliación del festival de Eurovisión.

Dicho evento había encontrado su lugar en los países nórdicos desde que Abba le cogió el truco. Allí debía haberse quedado, como una fiesta primaveral del deshielo.

Pero llegó la caída del Muro y el panorama cambió.

Uno piensa que Gorbachov pudo realizar lo de la perestroika basándose en el deseo irrefrenable de sus paisanos por comprarse unos Levis y participar en Eurovisión. Había otros que deseaban adquirir un equipo de futbol, pero eso no lo sabíamos.

Incluso opino que la paulatina creación de nuevas repúblicas por aquellos lares esconde el deseo de participar, con más posibilidades, en dicho certamen.

Lo que ocurre es que van con cierto retraso musical, pese a que nosotros de vez en cuando también retrocedemos por aquello de la nostalgia. Ahora andan por el glam rock de nuestros años 70, en los que aparecieron grandes genios como Elton John, David Bowie o Queen, e incluso personajes como Gary Glitter, que Dios sabe dónde está amordazado convenientemente. Hasta llegar a lo indie les falta todavía mucha mili, que decíamos en aquellos tiempos.

En Televisión Española no saben si tomarse todo este asunto en serio o en broma. Lo cual lleva a una política pendular: unos años en broma y otros en serio. Lo único que debe estar claro es que no hay que ganar. No están los tiempos para organizar un acontecimiento de este tipo sin publicidad. Aparte de que podríamos romper relaciones diplomáticas con alguna de las ilusionadas repúblicas del Este.

Pero éste no es el problema. El asunto molesto es que dicho festival se ha convertido en un banderín de enganche de los personajes más extraños que habitan en nuestro país, los cuales aparecen en nuestras vidas en marzo y no desaparecen hasta finales de mayo, que es cuando se celebra el citado evento.

Creo que Andy Warhol dijo que todo el mundo tenía derecho a sus cinco minutos de popularidad. Desde aquí deseo recordar que eran cinco minutos solo. No dos meses.

Así que no voy a decir nombres ni escandalizarme por lo que puedan hacer durante esta cuaresma eurovisiva. Indiferencia. Les recomendamos que hagan lo mismo. Si así lo hacen, con todo mi afecto, les otorgaré, con gran satisfacción: twelve points.

Paco Fochs

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