viernes, marzo 29, 2024
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No somos Grecia pero…

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No somos Grecia pero… tenemos cuatro millones y medio de parados y pocas expectativas de una pronta recuperación. No somos Grecia, dicen nuestros gobernantes, y nuestros expertos, y hasta la oposición, pero… hace ya tiempo no es un secreto que algunos altos cargos del Gobierno especulan con recortes, entre ellos, el de la congelación salarial de los funcionarios -en voz baja se ha llegado a apuntar recortes-. Planes también sobre la reforma laboral y el sistema de las pensiones que no aparecen en los titulares de los medios.

Las cuentas cantan y hay poco margen para las distintas ideologías. En este contexto, la aparición de un borrador de fórmulas contractuales precarias para los jóvenes, descartadas después por impopulares por el presidente de la CEOE, abren un debate sincero sobre la situación de un inquietante desempleo juvenil por encima del 40 por ciento y sobre los contratos basura que ya se practicaban en los últimos años, sin que asomara la grave crisis en su completa dimensión, sin despertar el más mínimo de los escándalos.

No se trata de caer en tentaciones demagógicas, fácilmente rebatibles. El riesgo de la pérdida de una generación formada que se descuelga del empleo durante unos años es suficiente para que se multipliquen las tormentas de ideas entre quienes pueden y deben afrontar la situación. No es algo nuevo, ya pasó a finales de los ochenta. Porque los jóvenes que no se incorporan al mercado de trabajo pierden cualificación, y es probable que muchos se queden sin ejercer nunca su profesión. Fuera todos los contratos basura, sí, pero… no ante la nada. El Gobierno debe mojarse.

Hoy lo ha hecho. Después de las maratonianas reuniones con los partidos en el ya célebre Palacio Zurbano, la vicepresidenta económica insta a las Autonomías a presentar en tres meses un plan de ahorro del gasto público para que conste por escrito cuál será su contribución en la reducción del déficit público. El plan de austeridad para lograr los objetivos de contención del déficit en el 2013 nos afecta a todos. Parecía un tabú, instar a todas las administraciones al empeño común, pero ha llegado. La crisis no sólo atrae problemas, también oportunidades.

Grecia no es España, pero ya ha marcado un camino con severos planes de austeridad que están desencadenando conflictos sociales. Ninguna medida conlleva la solución y, por sí solas, cada una de ellas, desde la contención salarial de los funcionarios, o la ampliación de la edad de la jubilación y los contratos precarios para los jóvenes podrían ser injustas. No somos Grecia pero… es la hora de la claridad.

Chelo Aparicio

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