jueves, abril 25, 2024
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Obama necesita el país que lleva dentro

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Si quiere recordar un momento que plasmara la oportunidad que tuvo Obama de unir al país, retroceda al 21 de julio del 2009. Fue la noche en que el presidente hizo de anfitrión de Brad Paisley en la Casa Blanca como homenaje a la música country.

Hubo buena música y buena política. Muchos de los seguidores de Paisley probablemente no votaron a Obama; simbólicamente, el country es música de Estado republicano y, en el acervo popular al menos, música de blancos. Fue un poco como si Nelson Mandela apoyara el deporte del rugby, apreciado por los sudafricanos blancos, como forma de unir a una nación dividida, como se relata en la película Invictus.

Paisley era la conexión perfecta. Es una superestrella country, oriundo de Virginia Occidental y residente hoy en Tennessee. Su serie de éxitos incluye himnos tan políticamente incorrectos como Sigo siendo un tío («Oh, mis cejas no están depiladas, hay un rifle en mi camioneta. Oh, gracias a Dios, sigo siendo un tío»). Pero Paisley también es una especie de progresista en el armario, como demostró el encuentro de julio.

El momento más emotivo se producía cuando Paisley interpretó un tema nuevo llamado «Bienvenido al futuro». Es una canción pegadiza sobre los temas del country más clásico del desarraigo y el cambio, pero en realidad trata de la elección de Barack Obama y lo que significó para el país.

Paisley dijo al presidente que empezó a componer la canción la noche electoral del 2008, cuando «vio al mundo pendiente del resultado». Recurrió a Michelle Obama y dijo que había estado pensando recientemente acerca de cómo el bisabuelo de la primera dama, Jim Robinson, había sido esclavo en Carolina del Sur.

Luego Paisley le dio caña: tuvo que cerrar los ojos para evitar ahogarse mientras cantaba estas palabras:

Tenía un amigo en la escuela,

Jugador de un equipo de fútbol.

Quemaron una cruz en su jardín

por pedirle salir a la reina de la fiesta.

Pensaba en él hoy,

Y en todo el mundo que ha visto lo que él ha visto.

Desde una mujer en un autobús

Al hombre con un sueño.

Despierta Martin Luther.

Bienvenido al futuro.

Eche un vistazo al vídeo en YouTube. A menos que tenga un corazón de piedra, se le hará un nudo en la garganta.

Paisley explicó lo que la noche significó para él en un comentario en cnn.com: «El 4 de noviembre sentí una emoción como no he sentido en toda mi vida. Creo que, con independencia de a quién votara, se sentiría conmovido». Cuando abandonó el escenario en la Casa Blanca, dijo: «Salí y empecé a llorar, porque era muy emotivo para mí cantar esas palabras».

Ésa es la puerta que abrió la presidencia Obama al país. La pregunta es: ¿qué pasó con esa comezón de cambio, y cómo puede Obama recuperarlo?

Las páginas de opinión vienen llenas de debates de cómo Obama perdió su atractivo. La mayoría reflejan la postura política del autor: los conservadores piensan que Obama ha sido demasiado progre, y los progres argumentan que no lo ha sido lo suficiente. Lo que estas polémicas pasan por alto es que Obama se comprometió a trascender estas etiquetas. Por eso fue elegido: para ser un agente de cambio en el sistema partidista de Washington, que se había vuelto disfuncional.

Una de las críticas más provocativas a Obama que he leído es un ensayo en The Nation firmado por Lawrence Lessig, un profesor de Derecho de la facultad de Harvard. Sostiene que para recuperar su condición de agente de cambio, Obama debe desafiar el pilar central de nuestra enfermedad política, que es el Congreso. Se ha visto tan debilitado por el dinero y los enfrentamientos territoriales que, según Lessig, «es una institución en quiebra».

Obama hizo campaña contra este sistema quebrado, pero una vez en el cargo ha puesto a políticos en los cargos de sus principales asesores. De sus 15 nombramientos del gabinete, ocho son ex congresistas o ex gobernadores. Es una Administración más parecida al estatu quo que al cambio.

Una estrategia que desafía el inmovilismo de Washington tiene oportunidad de pasar la prueba de Brad Paisley. Porque lo que une a progresistas y conservadores, rockeros y cantantes country, es que convienen en que Washington es una abominación. Ésta es la mejor baza de Obama si sabe arrastrar con valentía.

Paisley tiene otra canción que me gusta, llamada American Saturday Night, sobre la diversidad cultural de este país y cómo encaja todo: «Es como si todos viviéramos dentro de un tazón, conecte la licuadora, todo se mezcla». Es el país que eligió a Barack Obama, y todavía quiere un líder fuerte que pueda arreglar el desastre.

© 2010, Washington Post Writers Group

David Ignatius

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