Volvemos a padecer, si es que alguna vez hemos escapado de él, al fanatismo antisemita. Ahora, en Valladolid, una llamada Plataforma Solidaria con Palestina no sólo pide a los consejeros de Cultura y Educación de la Junta de Castilla y León que no contraten a ciudadanos y asociaciones de Israel si no condenan previamente la actividad de su Gobierno ante el pueblo palestino, sino que piden el boicot, ahora a la formación clásica Jerusalem String Quartet. La facilidad con que los teóricos defensores de los palestinos se convierten en aprendices de dictadores totalitarios, refractarios a la libertad y a los derechos de otros (especialmente los ciudadanos de Israel) es cosa pasmosa que merece análisis más profundos. También quieren, en este delirio antidemocrático, impedir que el pianista israelí Itamar Golan ofrezca el concierto previsto para el próximo mes de marzo en el Teatro Miguel Delibes.
Una cosa es ser un grupito de dictadorzuelos y otra, aún más impresentable, es convertirse en coaccionadores con argumentos tan peregrinos como antidemocráticos. Si no pueden razonar como se razona en las sociedades abiertas, estos muchachos de la Plataforma Solidaria con Palestina, que los propios palestinos razonables deberían rechazar, lo más conveniente es quedarse en casa calladitos. Pero nada de eso: boicots, amenazas, intransigencia…
Y ellos, ahí, tan felices, sin denunciar la violencia de Hamas, cuyo fervor terrorista ya denuncia la Autoridad Nacional Palestina, ni la corrupción de Al Fatah, asunto en el que insisten tanto los palestinos de las listas y las brigadas de aquélla. Así que seguimos sumando: a las coacciones unan la hipocresía. Como estoy seguro de que las autoridades regionales y los espectadores aficionados a la buena música no cederán al chantaje, tendrán doble premio: escucharán a Golan y al Jerusalem String Quartet y se habrán zafado del boicot de los imbéciles.
Germán Yanke