El Olympique de Lyon venció al Real Madrid en las dos confrontaciones anteriores en Liga de campeones. El dato, como otros muchos que suelen aducirse en el fútbol, son pura intrascendencia. Las estadísticas son el pasado; no condicionan el presente y menos el futuro.
Pensar que el Madrid actual podía padecer algún tipo de síndrome frente a su adversario era pura especulación. Cristiano Ronaldo y Kaká, pongamos por caso, no tienen en mente antecedentes que pudieran preocuparles. Por ello debieron salir a jugar con la convicción de que el resultado positivo no era imposible. Y, sin embargo, lo fue.
Perder por tercera vez consecutiva en Lyon, en Liga de Campeones, empieza a ser inexplicable. Sobre todo porque el equipo francés ha perdido potencial con respecto a las anteriores confrontaciones. El Madrid tenía obligación de obtener resultado esperanzador, y aunque el 1-0 no es catástrofe, la imagen no fue la adecuada.
No parece que el Madrid vuelva a caer en octavos de final porque en el Bernabéu se debe esperar una noche a la manera tradicional. Ya se sabe que el equipo madrileño en noches europeas es más cuando ha de remontar el resultado.
No gustó el Madrid. Solamente jugó con buen raseo de balón unos minutos. Pero fue espejismo. Luego volvió al barullo por el centro. Delgado y Lisandro tuvieron oportunidades para haber humillado a Casillas. A la teórica superior calidad, el equipo francés respondió con más ímpetu, mayor convicción y rápido contragolpe.
Julián García Candau