miércoles, abril 24, 2024
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Elena Salgado en mis oraciones

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En el curso de cada día, uno se acuerda de mucha gente. Últimamente me ocurre a menudo con la ministra de Economía. La conozco, no excesivamente, pero sí lo suficiente para tener hacia ella un gran afecto personal. Ahora la veo capitaneando la Economía de mí país e intentando dar confianza en los mercados internacionales y uno, que no es sectario, le desea cotidianamente mucha suerte. Ya que la suya será la nuestra. Ella debe hacer frente a una compleja crisis económica en la cual nadie ha encontrado todavía la vacuna definitiva, aunque debo añadir que existen tratamientos que por lo menos parece que aplacan los intensos dolores.

También tengo la sensación de que es una capitana que desde la primera línea se gira para arengar a sus tropas y encuentra que las mismas están distraídas, murmurando, puenteando y, lo que es peor, conociendo a la ministra, algunos están fumando.

Todo esto es lo que medito mientras observo que la famosa crisis que empezó siendo de la construcción, de los bancos y de todas las burbujas habidas y por haber, ha centrado el debate en las jubilaciones y pensiones. Con una falta de sensibilidad terrible. Lo de hacerse mayor cada vez está más complicado en este país nuestro.

En todas las poblaciones de España han surgido como setas residencias en las que se albergan abuelos y bisabuelos. Estos últimos gracias a los avances de la medicina son ya bastante numerosos. En esos lugares o en sus casas, estas personas indefensas reciben periódicamente alarmantes y frívolas noticias sobre sus pensiones. Pues bien, cuando alguien opina alegremente que el sistema de pensiones no es seguro o que se tambalea, debe saber que un abuelo o varios agravan su situación mental o física. Ya que a la inseguridad unen la impotencia. Y es que nadie les ha dicho que ellos pueden estar tranquilos. Es lo mínimo para unas personas que están en el último tramo de su vida. Son ganas de hacer sufrir con especulaciones. Eso se llama causar sufrimientos inútiles. Y provocarlos es de pésimo gusto.

En ocasiones hasta se dice públicamente el año en el que el sistema de pensiones quebrará. Sólo falta día y hora, lo cual será claramente una señal o invitación para quitarse de en medio a los que les toque. Grandes augurios para finalizar una vida.

Así, ministra, que ánimo e intentar dar claridad, sensibilidad y confianza frente a tanta confusión. Hasta un ministro ha hablado de fallos en la comunicación. Estos llamados fallos, al hablar de pensiones, provocan algo más que inquietud. De verdad.

Con estos horizontes tan lúgubres, no entiendo tanta lucha contra el tabaco. Según dicen, acorta la vida y aporta impuestos. Quizás se debería promocionar de nuevo su consumo. De hecho yo soy fumador por patriotismo.

Paco Fochs

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