miércoles, abril 24, 2024
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Rosa Díez se crece

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Ella lo llama la «alarma rosa» pero no tiene nada que ver con cuestiones de género. Habla de la luz roja que ha conseguido encender en las sedes de los dos principales partidos y de sus resultados en el último Barómetro del CIS. La cabeza de UPyD se ríe ahora, con razón, de los que la miraban con aires de suficiencia cuando decidió independizarse de las filas socialistas para ir por libre. Hasta entonces los ponía de los nervios porque seguía con el acta de eurodiputada aunque ya no tenía casi nada en común con sus antiguos compañeros. Mejor dicho, sí con algunos de los antiguos pero no con los nuevos. El problema es que eran los nuevos los que mandaban en el PSOE.

A pesar del ostracismo al que la condenaron la mayor parte de los medios de comunicación, Díez estiró el cuello. Fue el momento en que PP y PSOE empezaron a extender la especie del daño que iba a hacer al adversario. Nunca admitieron que podía obtener votos de los dos. Los políticos son así. Cuando un ciudadano piensa en qué opción política le convence más o incluso tira una moneda al aire para decidirse, los dirigentes hablan de «robar» o de «rascar».

Los socialistas resumían en que era «de derechas». En el PP, no tenían muy claro qué decir porque las opiniones de Díez en materia de política antiterrorista o en cuestiones como la unidad de España y las competencias autonómicas son prácticamente las mismas. En el 2008, convenció a 303.535 votantes. Y subirá. Socialistas y conservadores ya lo reconocen en voz baja porque manejan encuestas que auguran entre 7 y 9 diputados en la Asamblea de Madrid en el 2011 para una formación novata con candidato/a aún desconocido.

Los datos del CIS acaban de confirmar que los españoles empiezan a verla como un político hecho de otra pasta y por eso le han puesto mejor nota que a Zapatero y Rajoy. Y ella se crece y confiesa desde su blog que se parte de risa al ver cómo se «acomplejan» partidos con más de diez millones de votantes. Díez no se corta y no hace más que pedir elecciones anticipadas. Dice que el momento de llegar a un pacto de Estado ya pasó de largo. Al Gobierno lo ve incapaz. Y al principal partido de la oposición, también. Por eso da una de cal y una de arena y es capaz de parecer la más dura entre las duras al tiempo que se vende como una nueva clase de dirigente distinta a la actual. La tendencia ya no es hablar de la lucha contra ETA, afortunadamente. Ni de la unidad de España, hasta que haya fallo del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña. Ahora la crisis es la protagonista. Veremos si es capaz de ofrecer sus propias recetas además de repartir collejas a diestro y siniestro.

Luz Sanchis

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