viernes, abril 19, 2024
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El refranero y la política

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El refranero español es infinito. Está constituido en gran medida por advertencias del tipo «al perro flaco todo son pulgas». Define las situaciones con claridad pasmosa. «No hay dos sin tres», es el ejemplo del refrán amenaza. Y no es que ésta sea su intención natural, es que siempre tendemos a aplicar la lectura negativa. Somos un país de pesimistas que nos recreamos en la desgracia ajena y nos regodeamos en la propia. Como proyecto nacional destacamos nuestras debilidades antes de que nadie más lo haga. Somos realistas, al fin y al cabo, y respondemos en nuestros vaticinios a la tendencia habitual que ha marcado nuestra historia. Qué le vamos a hacer.

Chicho Sánchez Ferlosio, poeta, cantautor anarquizante e hijo díscolo de Sánchez Mazas, puso música a las huelgas mineras del 62 y en las letras de sus canciones se burlaba del desconcierto del Gobierno franquista de entonces, incapaz de entender aquellas complicaciones que le provocaba la incipiente oposición sindical al régimen. En una de sus letras, mofándose de las autoridades, decía algo parecido a que los ministros españoles hacen todo del revés, que unos andan de cabeza y otros piensan con los pies. Al pan, pan y al vino, vino.

No creo que podamos decir eso de este Gobierno. Pero empieza a parecer que en la política democrática española sucede algo parecido. Esperanza Aguirre se ha cerrado la puerta en las narices a sí misma mostrando el rostro duro y agrio de sus intenciones y su vocabulario en la peor de las situaciones, es decir, pillada sin ser consciente de ser escuchada. O sea, hablando con sinceridad y sin maquillaje de impostura. Los ministros españoles, por su parte, nos tienen en danza. El de Trabajo, la de Economía, los ausentes… no sabemos muy bien a qué atenernos los que vamos a trabajar cada día por cuenta ajena. Sabemos muchos que los viernes libramos, como se dice, pero no la fecha en que mandaremos a paseo nuestra condena laboral definitivamente y menos aún con qué viviremos desde entonces. Para los que tienen echadas las cuentas y les salen, pelusilla de butaca. Para los que andamos al día en cuestiones de empleo y cobro, un drama de impresión. Pero ya ven.

El refranero nos advierte de lo que nos puede ocurrir al doblar la esquina. Y de que hay esfuerzos como el de madrugar muy poco útiles. En fin, ya les decía que no hay dos sin tres, que es la cuenta en la que anda este Gobierno. Cuando se entra en barrena, todo se complica de forma exponencial. Ya no falla la comunicación, fallan los hechos y los acontecimientos, que se hacen perversos en ocasiones. Y falla lo más grave, la paciencia de los que tienen opinión con reflejo público y peso específico.

No se hace sencillo para el votante socialista escuchar al portavoz socialista de la Comisión de Trabajo del Congreso reprochar el alarmismo social que la torpeza provoca. Ni a Barreda denunciar el mareo gubernamental. Empieza a tomar consistencia la diferencia entre Gobierno y partido. Al partido lo votan los ciudadanos, el Gobierno lo elige el presidente, no lo olviden. Ellos también desorientan a los suyos aunque parezcan más orientados. Como no hay dos sin tres para este Gobierno, aún falta algo por ocurrir y por eso debemos mirar de reojo al cielo, para evitar que caiga sobre nuestras cabezas sin darnos cuenta. Pero eso no es lo único malo para quienes simpatizan con el partido del Gobierno. Tampoco hay dos sin tres para el PSOE. Que ya ha vivido esto en décadas anteriores: la espiral del deterioro. Terrible y de vértigo. Aunque no llegue a los extremos que ha padecido el PP en los asuntos de la Caja, y no sólo la de la ‘Gürtel’, también la de la de ahorros de Madrid.

La estabilidad del Gobierno durante la presidencia europea es un bien común a todos los españoles. O eso creía. El PP ha logrado instalar el debate de la sucesión, de las elecciones anticipadas y el PSOE el del cambio de Gobierno y la alarma social.

No parecería indicado a estas alturas pedir que Alfonso Guerra vuelva para poner orden en el patio. Así que lo razonable es pensar en que en algún momento Pepe Blanco retomará el liderazgo político que le corresponde por su prestigio en el interior del PSOE, para liberarnos de la alarma a todos los ciudadanos. Y urge que lo haga. Ya saben, el que avisa no es traidor. Es un decir.

Rafael García Rico

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