viernes, abril 19, 2024
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El nuevo Chile

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Hace una semana el candidato del centro-derecha ganó en Chile el ballotage, con lo cual este país modelo en Sudamérica juega a la alternancia en el poder. Sebastián Piñera, el millonario candidato de la Coalición por el Cambio, derrotó al ex presidente Eduardo Frei (cuya fortuna personal no ha sido nunca mencionada en las noticias, pero no resulta menos importante), y, una vez conocidos los resultados, como es notorio, fue visitado por su rival, quien le deseó éxito en el Gobierno que asumirá en marzo. Ese civilizado abrazo entre los contendientes, que llevan a este único cambio en las dos últimas décadas, dio la vuelta al mundo. Piñera recibió además la promesa del apoyo de Frei, quien ha insistido en ello señalando que su propósito es el de acompañar a los cambios profundos que proponga el candidato del centro-derecha en sus propósitos de mejorar la economía chilena en su productividad y su competitividad. Este cambio, lejos aún de la asunción del gobierno, ha derivado ya en renuncias de los presidentes democristianos y socialistas que apoyaban a Frei, buscando renovación y pensando en las elecciones del 2014, para las cuales visualizan nuevamente a la actual presidenta Michelle Bachelet, quien abandona la primera magistratura de su país con el 81 por ciento de simpatía de los chilenos.

Por cierto, la hazaña de Sebastián Piñera ha sido grande, alcanzando la presidencia de un país que en los últimos veinte años, tras Pinochet, ha alcanzado una alta prosperidad, con su giro hacia la libre empresa y libertad de mercados. Precisamente en ello es donde buscará ahondar Piñera, con un giro aún más poderoso, pero sin abandonar las políticas sociales de quienes han gobernado hasta hoy. (Digamos, entre paréntesis, que un discurso semejante al de Piñera fue el del ex presidente liberal uruguayo Lacalle, quien perdió en noviembre pasado las elecciones ante el ¿ancien? guerrillero tupamaro Mujica, de la coalización de izquierdas Frente Amplio, aunque debe señalarse que entre ambas economías hay diferencias importantes en favor de Chile.)

Y en cuanto al plano regional, este triunfo de Piñera se encuadra en ese de camino al centro, que parecería aproximarse al Brasil en las venideras elecciones, en la Argentina el año entrante así como en Colombia. De momento, digamos que Sebastián Piñera se identifica con los gobiernos colombiano y mexicano, y se muestra en el extremo opuesto (lo ha dicho con toda claridad) de Hugo Chávez, quien en Venezuela persiste en su tobogán de ¿socialismo bolivariano?

Veinte años de una política clara y efectiva han quedado atrás en procura de un cambio mayor, de un profesionalismo rotundo, de la mano del centro-derecha, la que se obsesiona en Chile por corregir niveles de pobreza aún altos.

La presidenta Michelle Bachelet se encuentra orgullosa de entregar al nuevo presidente un país sano. Tiene motivos para estarlo, realmente. Y este país, de sólida madurez cívica, hace una semana ha comenzado a cambiar, haciéndolo con optimismo. Caben los mejores votos a Piñera y a esta democracia consolidada y ejemplar en nuestro continente.

Rubén Loza Aguerrebere

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