La pugna futbolística entre el Barcelona y el Madrid va a quedar chiquita con la que se va a montar a consecuencia del anuncio hecho por el alcalde barcelonés, Jordi Hereu, de la aspiración de su ciudad, y los Pirineos catalanes, a ser sedes de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022. Cataluña y Aragón van a entrar en conflicto.
Jaca ha hecho cuatro intentonas fallidas desde 1998 por ser sede. Lo pretendió un alcalde quien, por cierto, acudió a una asamblea del Comité Olímpico Internacional en Puerto Rico con la intención de ganar voluntades y en el día más idóneo se fue de excursión turística a las islas cercanas.
A Jaca le dieron la espalda los miembros del COI repetidamente. Le sucedió lo mismo a Sevilla y la derrota de la capital andaluza sirvió para justificar el que los apoyos de todo tipo pasaran a Madrid, ciudad que ya ha padecido dos decepciones consecutivas.
El COI examina las propuestas invernales y puntúa favorablemente, con más interés, los alojamientos, la capacidad hotelera cercana a los lugares de competición para participantes y los miles de personas, que por diversos motivos, acuden a presenciar las competiciones.
El argumento que siempre se tiene en cuenta es el de la facilidad de los desplazamientos, el estado de las carreteras y autovías y el tiempo que hay que invertir para acudir a las pistas y a la Villa Olímpica. A Jaca siempre se calificó insuficientemente por las infraestructuras.
Barcelona-Pirineos es solamente una propuesta y habrá que ver el proyecto en conjunto para comprobar las ventajas que representa respecto de Jaca-Zaragoza. La candidatura catalana tiene la ventaja del buen recuerdo que se guarda de los Juegos de Verano de 1992.
El Comité Olímpico Español (COE) tendrá que decidir por la candidatura a apoyar. Ya lo hizo entre Granada y Jaca y ganó ésta.
Julián García Candau