El tercero de los goles que marcó Messi al Tenerife fue prodigio de toque, de ejecución perfecta. Para que las televisiones lo repitieran hasta la saciedad. Tampoco le darán mucha bola al de Higuaín al Mallorca. Para que los medios concedan trascendencia a algunos jugadores es necesario que tengan glamour. Messi es del Barça, nadie es perfecto, que diría Florentino Pérez, y el argentino Higuaín se gana la titularidad con esfuerzo, con goles, pero sin vender camisetas.
El Madrid venció al Mallorca y le sobró medio tiempo. La segunda parte se hizo larga. Después del segundo tanto el fútbol no tuvo demasiadas emociones. Se esperaba la goleada madridista ante el Mallorca, un tanto conservador y dominado la mayor parte de los minutos, y no llegó.
La nota característica del Madrid fue la mayor propensión al esfuerzo colectivo. Los goles los marcaron Higuaín y Granero. Los grandes ases se retiraron sin probar el bocado del gol. Reapareció Kaká, buena noticia, y se lesionó Van der Vaart, quien había suplido al brasileño con eficacia.
Manuel Pellegrini probó la alineación de ambos para dejar delante solamente a Higuaín y Cristiano Ronaldo. La lesión del holandés frustró parte del buen juego que había desarrollado el equipo en el centro del campo.
El Barça se fue a Tenerife a disfrutar del buen tiempo, y aunque Pep Guardiola hizo una alineación poco imaginable, por las ausencias de Piqué y Abidal en defensa, su nueva apuesta le salió bien. Messi se apuntó una tripleta de goles que los medios denominarán en inglés y tal vez como triplete, que es incluso peor.
Messi deleitó al público tinerfeño y su equipo se reencontró con la victoria después del empate con el Villarreal y la derrota frente al Sevilla en Copa. La Liga ha cambiado poco. Las posiciones de los primeros solamente han variado en la mayor diferencia que el Valencia saca al cuarto, que esta semana es el Deportivo. El Sevilla ha retrocedido, pero se supone que temporalmente.
Julián García Candau