sábado, abril 20, 2024
- Publicidad -

«Lo peor está por llegar»

No te pierdas...

El entrecomillado título de esta nota corresponde al general Dan Harel, segundo jefe del Estado Mayor del Ejército de Israel. Eso de que «lo peor está por llegar» cabe entenderlo tanto como el anuncio informal de que lo sucedido hasta ahora es solamente el prólogo de la guerra propiamente dicha. La naturaleza del apabullante suceso de tres días de bombardeos, no se corresponde con la de un correctivo por todos los cohetes y morterazos caídos desde Gaza en territorio israelí desde que el movimiento islamista Hamas ganó las últimas elecciones parlamentarias. Si fuera eso lo actuado estaríamos en una simple escalada, todo lo brutal que se quiera; pero no es así.

De lo que realmente se trata es de un cambio de escenario. No es un correctivo, insisto, ni tampoco una represalia o un salto en la réplica dentro de una línea de continuidad básica en del arcaico conflicto de Israel con su vecindario árabe. Es una guerra, todo lo de laboratorio que se quiera, al menos en el comienzo o en el propósito. Ya que como bien se sabe las guerras todas se sabe como empiezan, aunque no como terminan.

¿Pero hay base o motivos para una guerra? El primero de los argumentos sería el del bloqueo que supone la reanudación de la violencia islamista de Hamás con sus cohetes sobre territorio israelí.

Bloqueo a la revolución política en la mentalidad histórica del Estado judío, que buscó su propia seguridad por vía de la ocupación de territorios árabes, al cabo de cada una las guerras sostenidas con éstos. Una revolución, un cambio sistémico, enunciado con el lema de «paz por territorios». Algo que se expresó Isac Rabin y que acaso fue lo que le costó la vida.

Ahora, en cambio, desde Annápolis se estaba en ello. Se habían establecido negociaciones con la Autoridad Nacional Palestina (ANP) para que ésta se convirtiera en Estado, tras de la devolución de territorios que incluía parte de la Ciudad Santa de Jerusalén. Y se estaba en el proceso previo a negociaciones con Siria para liquidar el estado técnico de guerra en que se encuentran los dos países; liquidación que pasaba por reintegrar los Altos del Golán – colonizados por judíos – a la soberanía de Damasco, y por acuerdos referentes a los recursos hídricos de la zona.

Tanto una cosa como la otra llevarían en su conclusión a un fortalecimiento objetivo de Israel y, por decirlo de algún modo, a una subjetiva y grave frustración para Irán, que perdería dos importantes vías de influencia en el mundo árabe. Si el Estado palestino, de concepción nacionalista, vería perder el peso del islamismo de Hamás, la normalidad con Siria traería el desalojo de Hamás y de Hezbolá: organizaciones satélites de la República Islámica de Irán, que las sufraga y entrena contra Israel.

Con Hezbolá ya tuvo Israel su guerra en el verano de 2006, cuando las condiciones de contexto eran otras, y de la que aprendió cosas que ahora tendrá muy presente. Lo peor que espera en este conflicto está siéndolo para Irán. Con la erradicación de Hamás perderá la pinza que le hacia a Israel con la libanesa Hezbolá. La guerra, con el petróleo menos caro, vuelve de nuevo al Oriente Medio

José Javaloyes

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -