Desconozco si Florentino Pérez acudirá a la convocatoria presidencial del Real Madrid, pero se percibe cierto tufo a campaña electoral pese a que estamos aún a cerca de dos años del plazo legal. Dentro del club se intenta poner parches al equipo y ocultar las tensiones internas, para no dar ventaja a ningún posible rival, y en los medios informativos ya se publican informaciones que invitan a establecer campos de batalla y contrincantes de cada trinchera.
Desafortunadamente para Ramón Calderón sus partidarios tienen poco argumentos con que defenderle. Quienes no le ven como el presidente idóneo aprovechan cualquier circunstancia para tocarle los costados. Tal vez lo más curioso del combate que se avecina es el hecho de que tanto Calderón como Florentino, quien no ha abierto la boca respecto del futuro, tienen adversarios que llevarán hasta el extremo sus fobias.
Calderón está ahora en clara desventaja con la oposición, la represente quien la represente, porque los últimos acontecimientos no le han favorecido. La asamblea la ganó de manera pírrica y con el aplauso de los Ultrasur. Los fichajes de Huntelaar y Diarra II han tenido el chasco de que sólo uno de los dos puede jugar la Liga de Campeones.
Antes de que se consume el tercer fichaje ha vuelto a haber bronca entre entrenador y director deportivo. A Juande Ramos tampoco le apetece que le fichen a quien no desea. Mijatovic quiere a Pennant, suplente en el Liverpool y del que Rafa Benítez desea desprenderse por ser individuo conflictivo.
El montenegrino ha creado ambiente enrarecido en varias ocasiones y con distintos empleados del club. Que se las tenga tiesas con un entrenador recién llegado es el colmo. Tampoco esto favorece a Calderón.
Julián García Candau