jueves, abril 25, 2024
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2008, la mayor crisis de la historia

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El año 2008 se recordará como el año en el que se ha vivido la peor crisis económica de la historia. Muchos creen incluso que es aún peor que el crac del 29 y se recordará como el año en que se tambalearon los fundamentos del capitalismo por la falta de control de los Estados sobre la actividad financiera. La pregunta ahora es hasta cuanto durarán los efectos de esta crisis.

El economista y reciente premio Nobel de Economía, Paul Krugman, cree que el final de crisis está lejos y no descarta que aparezcan nuevos casos como el de Madoff lo que dificultan todavía más los esfuerzos para salir de la crisis ya que sin confianza no hay posibilidad de recuperación.

El antiguo economista jefe del Fondo Monetario Internacional y profesor de Economía de la Universidad de Harvard, Kenneth Rogoff, ha publicado un trabajo junto con la también profesora Carmen Reinhart, sobre las crisis financieras sufridas en los últimos 8 siglos por 66 países del mundo. Concluyen que en esta ocasión la crisis es distinta. Pese a que tratan de restar importancia a las situaciones de crisis porque son recurrentes a lo largo de la historia, y por lo tanto no son nada excepcional, coinciden en señalar que son sus dimensiones lo que en esta ocasión la hace excepcional. El estudio de algo más de 150 páginas puede consultarse libremente en las páginas web de la universidad de Harvard.

A finales del pasado mes de noviembre la agencia Bloomberg cifró los recursos comprometidos en EEUU para hacer frente a la crisis en nada menos que 7,4 billones de dólares. Nunca en la historia de Estados Unidos, en dólares constantes se había llegado a esas cifras. Ni siquiera la Segunda Guerra Mundial había exigido un esfuerzo económico tan grande. Según el consenso de los investigadores Norteamérica empleó 288.000 millones de dólares de la época por todos los conceptos en la última conflagración mundial, que en precios constantes ascendería a 3,6 billones de dólares.

El equipo del presidente electo Barack Obama ya habla de introducir una inyección adicional de 500.000 millones de dólares ante la escasa reacción que ha provocado hasta ahora los diferentes planes. El secretario del Tesoro ha justificado la paralización de más decisiones para no comprometer las actuaciones posibles en las que pudiera pensar el nuevo presidente.

El analista norteamericano Jim Bianco realizaba recientemente una comparación con lo que estos recursos suponen en comparación con otros grandes acontecimientos de la historia mundial y de Estados Unidos y dice que estos 7,4 billones de dólares suman más que el coste de otros nueve grandes acontecimientos de la vida económica, social y científica de Estados Unidos.

Los nueve acontecimientos son el Plan Marshall; la compra de Louisiana; la Conquista de la Luna; la crisis de las cajas de ahorros; la guerra de Corea; las políticas del New Deal; la invasión de Iraq; la Guerra de Vietnam y el programa de la NASA. Todo sumado nos da 3,92 billones de dólares. Muy lejos de los 7,4 billones del programa actual. Las cifras muestran la dimensión de las necesidades que ha generado la crisis actual. Por eso no sólo se habla de la mayor crisis económica de la historia, sino que se adelanta que hemos llegado al fin de una época.

Quien quiera llevar la comparación a porcentajes del Producto Interior Bruto comprobará que nunca jamás una crisis había supuesto tanto de la riqueza de un país como la actual en EEUU.

En cuanto a los recursos destinados en Europa para paliar los efectos de la crisis, pese a ser abultados, son todavía sensiblemente inferiores. A mediados de diciembre el secretario general de la patronal bancaria, la AEB, Pedro Pablo Villasante hablaba de 1,8 billones de euros. Decisiones posteriores elevarían la cifra, pendientes de lo que haga Alemania próximamente una vez que ha anunciado que presentará un nuevo plan desde principios de año a más de 2,1 billones de euros.

La mayoría de los políticos y expertos coinciden en que los planes de reactivación en todo el mundo tardarán al menos un año en producir sus efectos en la economía real. Por esta razón el año 2009 podría incluso ser peor que el 2008. España tendrá que enfrentarse a esta situación con una tasa de paro y un número de parados en términos absolutos muy superior al resto de Europa. El presidente del Gobierno tendrá que revisar sus planes y tomar decisiones más eficaces para impulsar la economía. Entre ellas están las medidas para mejorar la productividad y realizar las reformas estructurales que sean necesarias en sectores como el energético y reformar el mercado de bienes y servicios, así como el mercado de trabajo. El Gobernador del Banco de España ha sido muy claro en la primera entrevista que ha concedido desde que tomara el poder. “Hay que abrir un debate tranquilo y establecer un calendario” para reformar los tres mercados fundamentales: bienes y servicios, mercado de trabajo y alquiler.

Superar la crisis exige generar confianza. Con toda probabilidad tras la entrada de Obama el próximo 20 de enero, se iniciará una corriente favorable que Europa debería aprovechar. España tiene el problema añadido dar una solución a la cuestión generada por el gigantismo del sector inmobiliario. Acertar en las medidas adecuadas servirá para aprovechar la oportunidad que ofrece una nueva época. En abril se reúne en Londres de nuevo tras la Cumbre de Washington el G-20. Será el momento de comprobar si políticos y agentes sociales y financieros han logrado empezar a generar confianza. Iniciar las acciones para eliminar de sus economías los excesos del capitalismo es un primer paso.

Pero la crisis no debe buscar encauzarla sólo el Ejecutivo tratando de evitar de forma urgente los continuos problemas de celos y competencia entre los distintos ministerios del área económica. El PP por su parte debería admitir que las enormes dificultades que atraviesa la economía española no sólo se deben a la falta de acierto del Ejecutivo Zapatero. Aunque le cueste admitirlo porque le reste papeletas para hacer oposición. La baja productividad, la elevada deuda de empresas y particulares y la casi siempre descontrolada inflación son consecuencia del desacierto de muchos gobiernos. Incluidos los del PP.

Carolina G. Cortines

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