sábado, abril 20, 2024
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Plomo Duro

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El título de este artículo es, al parecer, la denominación con la que las autoridades israelíes han roturado el cruento ataque contra Gaza que se ha cobrado ya cientos de víctimas y casi mil heridos. El rebrote bélico en Oriente Medio parece ser el último elemento de un paisaje mundial sobre el que se cierne la incertidumbre y la desolación a la espera de que el carismático Obama se instale en la presidencia de los Estados Unidos de América. Le va tocar en suerte el mundo más convulso de los últimos setenta años, con focos de inestabilidad explosivos como Iraq, Afganistán y Palestina, con una recesión económica mundial de proporciones inéditas, superior a las de los años treinta del siglo pasado y, finalmente, con la emergencia de grandes potencias demográficas y una extraordinaria energía anti occidental generada en el islamismo radical y que el recientemente fallecido Samuel Huntington calificó como “choque de civilizaciones”.

El mundo, pues, parece atravesar por una era de plomo, como ese que los israelíes, en respuesta al terrorismo de Hamas, lanzan sobre territorio palestino.

El uso social generalizado que consiste en felicitar el 2009, eludiendo el año que viene, preñado de las peores perspectivas y dando por seguro que se cumplirán, remite a una conciencia colectiva un tanto escapista. Porque hay que dar cara a los próximos doce meses con un esfuerzo colectivo producto de un new deal –un nuevo acuerdo—de carácter mundial que bien podría liderar Obama si se acoplan en el mismo propósito tres piezas internacionales: Estados Unidos, la Unión Europea y China. Sin una nueva vertebración mundial, no será posible recuperar el tiempo perdido, ni, posiblemente, superar en breve plazo la crisis económica y la profundísima sima que separa el mundo occidental del oriental.

De alguna forma hay que romper el pernicioso circuito cerrado de la reciente historia que convierte en crónicas –algo peor que cíclicas—tanto las crisis económicas como las guerras consiguiendo que el mundo se convierta en un espectáculo reiterativo sin que las generaciones nuevas sepan superar los hándicaps de las anteriores. Se trata, más que de políticas distintas, que también, de un renovado esquema de valores comunes que conformen una nueva moral colectiva en la que se discierna con nitidez qué es lo válido y qué lo inválido hasta alcanzar un equilibrio ahora arrasado en una época umbría que ha llevado a la humanidad al pesimismo fatalista. Crisis, guerra y miseria. Un epitafio para el 2008: plomo duro.

José Antonio Zarzalejos

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