martes, abril 23, 2024
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Cayo Lara: crisis y agitación

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Tenía que suceder. Cayo Lara, comunista, se ha hecho con la coordinación general de Izquierda Unida en sustitución de Gaspar Llamazares, y en su primera intervención se ha mostrado nítido: apuesta por las movilizaciones, la huelga general y la agitación. Cuando en Europa se trata de interpretar la idiosincrasia de la revuelta griega y en España se indaga qué hay tras las protestas juveniles contra el llamado «compromiso de Bolonia», el nuevo máximo dirigente de IU ha detectado que la crisis es un óptimo caldo de cultivo para explotar las muchas frustraciones sociales que ésta ha generado.

Aunque la sociedad española y europea en general está aún perpleja por la velocidad de la crisis y por su profundidad y asiste, entre consternada e incrédula, al penoso espectáculo de codicia y engaño de una buena parte de la clase financiera -el último episodio de Madoff, una estafa de dimensiones «épicas», ratifica la degradación moral en el sistema financiero-, lo cierto es que se dan condiciones objetivas para que parados, jóvenes, mileuristas en precario y universitarios se sientan concernidos por un discurso político como el de Cayo Lara, que resucita la autonomía de la izquierda extrema respecto de los compromisos y convenciones del sistema democrático.

Estamos asistiendo, además, a una pérdida galopante de la autoridad moral de los gobiernos que, volcados en el rescate de bancos, cajas y grandes empresas, se desgañitan reclamando que se reanude la concesión del crédito y se favorezca la liquidez para que compañías medias y pequeñas y familias respiren y se proteja la economía real. Sin embargo, las entidades financieras se muestran ensimismadas en sus problemas y, pese a ser beneficiarias de ayudas de cuantía impensable, se resisten obstinadamente a repercutir sobre el mercado parte de las ayudas gubernamentales que reciben.

La suma de la impudicia moral de una parte de la clase dirigente del sistema financiero y de la renuencia de la banca a dinamizar con mayor liquidez el mercado, está provocando una sorda irritación popular que se alimenta, a mayor abundamiento, con el antiestético anonimato que cubre la concesión de las ayudas a bancos y cajas.

Una izquierda como IU, que apenas tiene nada que perder -ahora está bajo mínimos-, ha diagnosticado la situación desde una perspectiva estrictamente social y va aplicar su cultura movilizadora con un discurso comunista que, en algunos sectores intelectuales, mediáticos y sociales, ha adquirido una repentina respetabilidad a consecuencia del fracaso de un libre mercado mal regulado y transido de los contravalores más detestados en momentos como los que vivimos, tales como la insolidaridad, el egoísmo, la mentira y la codicia.

El nuevo discurso que apunta IU se enclava en el contexto actual con una cierta coherencia para una izquierda que pretenda hacer de la crisis económica una oportunidad para su protagonismo y liderazgo. Conviene, pues, tomarse muy en serio las palabras de Cayo Lara y recordar que coinciden con fenómenos de movilización callejera que muestran un malestar social que la recesión económica -y sobre todo, el desempleo que provoca- agudiza. Atentos, pues, al nuevo rol político-social de IU.

José Antonio Zarzalejos

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