viernes, abril 19, 2024
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Carta a Moratinos y a Gustavo

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A buenas ahora acaba de sacar Moratinos las cartas, marcadas por Aznar, de los vuelos secretos de la CIA que Zapatero tenía escondidas debajo de la mesa, a la espera de que el pato cojo de Bush empezara a hacer las maletas camino de su catastrófica despedida del poder. Y a buenas horas se le ha ocurrido a nuestro amigo la rana Gustavo Arístegui escribir un libro sobre el «eje del mal» de Bush, Rumsfeld y Condolezza -la pianista de la Reina-, cuando eso ya no se lleva en los tiempos de Obama.

Se equivocan los dos, Moratinos y Gustavo, por razones obvias. El ministro de Exteriores, porque si piensa que con esas denuncias, que dañan más a Estados Unidos y a España que al propio Aznar, se va a ganar el amor de Obama se equivoca, o ¿acaso aún no se han enterado en la Moncloa y en el Palacio de Santa Cruz de que Robert Gates sigue al frente del Pentágono y que el general James Jones será el consejero de Seguridad? Y si de abrir un debate por parte de Zapatero sobre «guerra sucia» o de Estado se trata, para embadurnar a Aznar -quien bastante embadurnado está ya por su propio desvarío-, como se desprende de las proclamas de los medios que adoran a Zapatero, el presidente corre el riesgo de que la parte contraria le recuerde la otra «guerra sucia» del PSOE y de González, que fue mucho peor, por su condición exclusivamente española y criminal.

Y además nadie se puede creer que Zapatero ni Moratinos supieran nada de los vuelos que pasaban ante sus narices, hacia Guantánamo o desde allí, y si fue así peor todavía, porque como dice el dilema de la antigüedad: «O abandonaste la guardia, o dejaste pasar al enemigo, y en ambos casos mereces la muerte». Y además, Bono seguro que lo sabía, y altos mandos del CNI y de Defensa, con mayor motivo. Entonces ¿a qué juegan Zapatero, Moratinos y Chacón, destapando esta caja de los truenos, que les puede estallar en las manos y que puede cabrear al ex jefe de la CIA, Gates, y al general Jones, el de los daños colaterales de la última guerra de la OTAN?

Vamos con Gustavo. Está muy bien que este chico haya vuelto al redil del PP como la oveja descarriada que fue, al servicio de la conspiración de la presidenta Aguirre, luego de la de Costa y final de la suya propia en los días previos al congreso valenciano del PP. Hijo pródigo, pecador que se arrepiente, rectificar es de sabios. Y eso que el pasado verano lo vieron en los pasillos del Capitolio washingtoniano asombrado por los rostros de los políticos americanos que por tres veces intentaron, y fracasaron, llegar a la presidencia de Estados Unidos, diciendo eso de «aquí estará pronto la cabeza de Rajoy». Nada, agua pasada, pelillos a la mar.

Ahora bien, Gustavo, príncipe encantado en el batracio de Barrio Sésamo, ¿no hubiera sido más útil para recomponer la relación del PP con Obama, tras la furiosa sumisión a Bush del aznarismo, donde tú hiciste tus pinitos de todos los colores, un libro reconociendo los errores del PP en la guerra de Iraq y denunciando las atrocidades de Guantánamo y de Abu Ghraib? A estas alturas de la película ¿nos vienes con el eje del mal? ¿Pero no hemos quedado que el PP ahora es de centro y no ultraconservador? Pues nada, hijo, tú sigue así, que a lo mejor un día de éstos, si en otra vida Jeff Bush, el tercero de la saga, llega a la Casa Blanca, a lo mejor te dan la medalla de oro del Congreso americano, aquella tan bonita por la que suspiraba Aznar cuando nuestro presidente, tras la foto de las Azores, se erigía en el látigo del famoso «eje del mal» que acabas de retratar.

Marcello

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