jueves, abril 25, 2024
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Fernando García de Cortázar: «La Historia es una sucesión de aventuras que hay que saber contar»

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Con una carrera llena de éxitos en la que sobresalen cincuenta libros popularizados por la prensa, las series de televisión y el cómic, pocos retos parecen quedarle al historiador Fernando García de Cortázar; sin embargo, quien piense de esta manera se equivoca, ya que el Catedrático está en pleno proceso de promoción de su nuevo trabajo, Pequeña historia del mundo (Espasa), un libro lleno de aventuras, viajes e Historia, mucha Historia, pero eso sí, atractiva y de la que cuesta «desengancharse», un logro que comparte con el ilustrador Julius.

«Los faraones, las batallas, el nacimiento de las culturas….todo en la Historia es una sucesión de aventuras, lo que ocurre es que hay que contarlas bien», explica el historiador, consciente de que uno de los grandes problemas de sus colegas es «saber narrar los hechos, que es tan importante como conocerlos». La Historia del mundo es, según García de Cortázar, «la historia de una gran aventura» que ha quedado desdibujada porque los historiadores «nos hemos enfangado a veces en una serie de datos, fechas y acontecimientos que no interesan nada, en vez de presentar la crónica de la superviviencia de la humanidad», sostiene.

La Historia, una rama más de la literatura

Con el deseo de aclarar los conceptos y hacer atractiva la Historia -una de las grandes pasiones de este hombre-, Pequeña historia del mundo recurre a la ficción para contar mejor el relato histórico. De esta manera, García de Cortázar nos presenta a Sergio, un niño como otro cualquiera al que un día se le aparece Clío, diosa de la Historia, que le llevará de la mano por un apasionante viaje por mil y una historias de tiempos pasados en el que se cruzarán con personajes de la talla de Herodoto, Leonardo da Vinci, Montesquieu o Joseph Conrad.

«No hay que olvidar que la Historia era una rama más de la literatura, y grandes autores clásicos demostraron que la Historia puede conjugar la belleza con el rigor», recuerda, citando al gran historiador alemán Theodor Mommsen, autor de LaHistoria de Roma, al que le concedieron en 1902 el Premio Nobel de Literatura. El Catedrático y escritor ha intentado adaptar el léxico de esta obra al público al que va dirigido, pero es partidario de ampliar el vocabulario de niños y mayores -a los que también va dirigida la obra-, y por eso el libro incluye un apéndice con términos clave.

«He buscado tanto enseñar la Historia como aficionar a los chicos a la lectura con este libro-aventura, que tiene unos finales felices y otros tristes, porque la Historia debe hacer balance de aciertos y de errores», explica García de Cortázar, quien ha dedicado el libro a dos autores «fundamentales» como son Dickens y Saint-Exupéry, el creador de El principito, un libro que puede tener «distintas lecturas» según la edad. «Hay que leer literatura infantil pero buena, por eso mi libro es para personas inteligentes, ya tengan 9 ó 99 años.

es, también, un libro de viajes en el que Sergio, el protagonista, visita diferentes culturas y países. «Con la imaginación y con este libro el lector siempre puede regresar a la Francia de la Revolución Francesa o al Egipto de los faraones», explica sobre la magia de esta obra, que espera se pueda convertir en un «libro de referencia en los colegios», algo que, dada su vocación docente, le haría «mucha ilusión y sería su mejor condecoración».

«No se puede contar la Historia sin imágenes»

García de Cortázar no cree que una imagen valga más que mil palabras, pero sí entiende que «una palabra secundada por una imagen convierte a la primera en irresistible». «Donde no he podido llegar con la palabra ahí estaba Julius para llegar con sus magníficas ilustraciones, sencillas, ingenuas, que explican la propia ingenuidad de Sergio», matiza. Otro de los retos del libro, además del lenguaje y el protagonismo de la ficción, era el de la extensión, porque la Historia apenas tiene límites: «El gran reto es hacer síntesis, pero es algo a lo que estoy acostumbrado por mis libros anteriores», cuenta el historiador, fiel al dicho popular de «no dejar que el exceso de árboles impida ver el bosque».

García de Cortázar ha buscado a lo largo de su trayectoria personal popularizar el mensaje de que la Historia intenta mejorar nuestro presente, y por eso ha dejado de lado esa pasión tan común en sus compañeros de profesión por las fechas. «Voltaire decía que el secreto para no aburrir era no contarlo todo», recuerda.

Como historiador, no comparte la máxima «cualquier tiempo pasado fue mejor». «La humanidad trata de mejorar, tanto colectiva como individualmente», defiende el autor vasco, un apasionado del siglo XIX, el periodo en «el que se inicia el capítulo de los derechos y libertades individuales, un siglo muy complejo y lleno de acontecimientos».

Para sus lectores, el próximo acontecimiento con el que sorprenderá el historiador bien podría ser «una novela con historia», un tema que todavía está meditando. Lo que desde luego no descarta es seguir escribiendo para los niños, cantera de futuros historiadores.

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