sábado, noviembre 9, 2024
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España aumenta sus exportaciones, pero su valor añadido doméstico está en descenso

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La exportación de bienes ha crecido a buen ritmo en España en los últimos años, a pesar de la crisis inflacionista y de las tensiones geopolíticas que están lastrando el comercio exterior a nivel mundial.

Desde 2008, el volumen de ventas en el exterior tanto de bienes como de servicios ha crecido un 49 %. En cambio, el valor añadido doméstico de estas exportaciones es más bajo que el que consiguen las que se realizan en otros países del entorno europeo como Francia o Alemania.

Un crecimiento sólido y sostenido

Las exportaciones españolas han experimentado un crecimiento sostenido desde 2008, incluso en un entorno no propicio que ha estado marcado por eventos como la crisis financiera global, la pandemia, las tensiones geopolíticas y la crisis inflacionista.

Esto ha hecho crecer el peso de las exportaciones en el Producto Interior Bruto (PIB), lo que indica una mayor dependencia con respecto a los mercados exteriores.

En este período, España ha diversificado su oferta exportadora, incluyendo en ella bienes de mayor valor añadido como automóviles, maquinaria y productos químicos. Además, se ha producido una apertura hacia nuevos mercados, reduciendo la dependencia de los tradicionales socios comerciales europeos.

Aunque los países europeos continúan siendo los principales destinos de las exportaciones españolas, Estados Unidos se ha convertido en un mercado cada vez más importante para las empresas españolas, seguido de cerca por los mercados asiáticos, especialmente por China.

El informe de la Fundación BBVA

La Fundación BBVA y el Ivie (Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas) han publicado recientemente el informe «España ante los impactos recientes sobre las cadenas de valor globales y la integración comercial internacional».

Este documento destaca que, aunque España ha aumentado su volumen de ventas al exterior en los últimos años, su capacidad para generar valor añadido doméstico con esas ventas es más baja que la registrada en otros países europeos.

Esto se debe a que parte del valor de las exportaciones está relacionado directamente con las importaciones de bienes intermedios de origen extranjero.

Los exportadores españoles necesitan importar productos desde el extranjero para fabricar lo que luego van a vender fuera, y esto afecta al valor añadido de las exportaciones.

El informe destaca que «las TIC, las mejoras en el funcionamiento del transporte internacional y la abolición de múltiples barreras al comercio han propiciado el desarrollo de cadenas globales de producción en las que participan empresas de múltiples países». Como resultado, los procesos productivos se han fragmentado a nivel geográfico, de manera que una parte del valor añadido total de los productos exportados se genera fuera del país que los exporta.

En los países más desarrollados, es común mantener dentro de sus fronteras las actividades que generan mayor valor añadido, mientras que se externalizan las tareas que se pueden realizar en otros países con mano de obra más barata y menos cualificada.

En este escenario, España se ha quedado en una posición intermedia. Tiene dificultades para atraer o retener las tareas productivas más cualificadas y de mayor valor añadido, a la vez que encuentra problemas para competir en costes con los países en desarrollo.

Esto explica que, aunque las exportaciones han aumentado, el hecho de tener que comprar materias primas y productos intermedios en el exterior, reduce el valor que aporta a las rentas del país la venta de bienes a nivel internacional.

Tal y como se desprende de los datos de este estudio, el 75,3 % de las exportaciones brutas realizadas por España generan valor añadido para el país. En cambio, la media en el resto de países europeos está en un 77,4 %, y en Estados Unidos llega al 92 %.

Diferencias por sectores

En lo que respecta a la capacidad para generar valor añadido doméstico, se aprecian diferencias entre las manufacturas y los servicios, por la desigual dependencia que tienen de las importaciones.

Por ejemplo, en el sector de los equipos de transporte, el valor añadido doméstico no llegaba al 60 % en 2020, porque más del 40 % de las materias primas requeridas para la fabricación se adquirían en el extranjero. Algo similar ocurría en el sector de la fabricación de productos informáticos, cuyo valor añadido de las exportaciones se limitaba en ese año al 66 %. En el extremo contrario se posicionan los sectores agroalimentario y el del textil, cuero y calzado, con un valor añadido doméstico por encima del 81 %.

En el caso de los servicios, estos aportan más valor añadido doméstico en su conjunto que las manufacturas. Pero también hay notables diferencias entre sectores.

En 2020, el valor añadido doméstico de las exportaciones de actividades administrativas y servicios auxiliares fue de un 91 %.

El problema de la concentración en la UE

Otro de los retos que enfrentan las exportaciones europeas es que siguen estando demasiado centradas en los países de la Unión Europea.

Aunque el sesgo hacia los países más próximos es habitual a nivel mundial, en el caso de España esto es especialmente relevante.

El informe de la Fundación BBVA e Ivie destaca que «la apertura al exterior de la economía española ha avanzado desde la llegada de la Gran Recesión porque las exportaciones han crecido a un ritmo promedio anual entre 2008 y 2023 del 2,7 % en términos reales, muy superior al crecimiento del PIB (0,6 %). Sin embargo, aunque las empresas españolas comercian en la actualidad con un gran número de países, los intercambios están muy concentrados en los mercados europeos, pues a ellos se dirige el 67 % de las exportaciones manufactureras, según datos de 2022. Ahora bien, la UE-27 representa el 20,4 % de la economía mundial, de manera que las exportaciones españolas están geográficamente sesgadas».

Resiliencia frente a las tensiones geopolíticas

El informe destaca que la guerra ruso-ucraniana produjo una reorientación de los flujos comerciales, con una reducción de los grados de apertura y de conexión.

En el caso de España, no se aprecia un cambio significativo en el volumen de las exportaciones ni en la distribución geográfica.

En base a todo lo analizado, los autores concluyen que España puede reforzar su capacidad de generar valor añadido con sus exportaciones a través de dos vías.

La primera implica mejorar su participación en las tareas más desarrolladas de las cadenas de producción globales, a través de un proceso de especialización progresiva en actividades que generan un mayor valor añadido.

La segunda pasa por ampliar el número de países destinatarios de las exportaciones, reduciendo la dependencia de los mercados europeos, y aumentando el protagonismo de los países asiáticos.

Para que esto sea posible, hay que reforzar factores clave de la producción y la competitividad, como el capital humano y los activos intangibles.

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