La escalada de tensión entre PSOE y Unidas Podemos ha ido en aumento en las últimas semanas. La razón principal es que los morados se sienten cada día más ninguneados por los socialistas, que, en su opinión, les han arrebatado la autoría de los últimos proyectos de leyes progresistas. Si esta semana la bronca surgió en torno a la ley de igualdad de trato, la semana pasada el motivo de la gresca fue quién había tenido la iniciativa de promover una ley para rebajar los delitos de opinión: si bien los de Sánchez fueron los primeros en anunciarlo a los medios, los de Iglesias replicaron que ellos ya habían registrado su propia norma el día anterior. Aunque desde el inicio de la legislatura ha habido muchas diferencias entre ambas formaciones, la novedad es que ahora estos encontronazos no se esconden, y parece que Podemos cada día disfruta más con ello. Las filas socialistas han mostrado en varias ocasiones su malestar al respecto y Carmen Calvo ha manifestado esta semana “su preocupación” por “las formas” de sus socios.
Las diferencias ideológicas entre ambas formaciones son profundas. Muchas de ellas han quedado al descubierto con el Ingreso Mínimo Vital, aprobado en mayo y a cuya propuesta de ley Podemos ha presentado ahora en solitario una docena de enmiendas. La formación de Iglesias critica que el Gobierno no está priorizando estas ayudas “pese a que el país está repleto de colas del hambre”. Esta falta de apoyos se ha producido también en torno a la ley antifraude, pendiente de debatirse en el Congreso. Esta vez fueron los de Sánchez los que se mostraron en desacuerdo con la propuesta de los morados, presentando hasta 30 correcciones al proyecto de ley.
Muy señaladas han sido también las discrepancias de los dos partidos en torno a la monarquía y la cuestión catalana. La postura de los morados sobre estas dos cuestiones ha sido más que criticada por la oposición e incluso por algunas notorias voces de la formación de Sánchez, que las ven incompatibles con un Estado democrático y de derecho. En los próximos meses, vienen curvas. Los alquileres, las pensiones o la reforma laboral volverán a enfrentar a los dos socios de Gobierno que, por mucho que les pese, están condenados a entenderse.