Europa se sofoca bajo una ola de calor histórica y los expertos advierten del peligro del cambio climático

Una ola de calor afecta a gran parte del hemisferio norte. Fuente: news.un.org
Las temperaturas extremas afectan a millones de personas en Europa y el norte de África, mientras los científicos alertan sobre una peligrosa tendencia impulsada por la actividad humana

El calor extremo está azotando nuevamente a Europa y varias regiones del hemisferio norte, con temperaturas que han alcanzado o superado los 45°C en el norte de España o Marruecos. La situación ya ha sido calificada por especialistas como alarmante y potencialmente mortal, especialmente para las poblaciones más vulnerables.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha lanzado una seria advertencia sobre la frecuencia e intensidad crecientes de las olas de calor, fenómeno que, según señala, está estrechamente vinculado al cambio climático provocado por el ser humano.

“El calor extremo es un asesino silencioso”, declaraba Clare Nullis, portavoz de la OMM, durante una conferencia de prensa en Ginebra. “Nadie está exento de riesgo, especialmente quienes se exponen al sol sin la debida precaución. Lo que antes eran excepciones, ahora se vuelve norma.”

En Europa occidental, una masa de aire cálido procedente del norte de África ha quedado atrapada bajo un sistema de alta presión, generando un "domo de calor" que ha elevado las temperaturas a niveles récord. España ha registrado 46°C en el sur del país, mientras que Francia mantiene alertas rojas en múltiples ciudades, con termómetros marcando más de 40°C en amplias zonas del territorio.

Cada verano será aún más caluroso

Las altas temperaturas no se limitan a Europa. Regiones del norte de África, América del Norte, Oriente Medio y Asia Central también están experimentando condiciones extremas, lo que refuerza la tendencia global a ver veranos cada vez más peligrosos.

Uno de los factores que agrava la situación en áreas urbanas es el llamado “efecto isla de calor”. En las ciudades, el asfalto, los edificios y la escasa vegetación intensifican el calor, especialmente durante la noche, dificultando la recuperación del cuerpo humano y aumentando el riesgo de mortalidad relacionada con el estrés térmico.

De acuerdo con datos de la OMM y el programa Copernicus, más de dos tercios de las olas de calor más intensas en Europa desde 1950 han ocurrido en los últimos 25 años. Proyecciones del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático indican que, hacia 2050, la mitad de la población europea podría enfrentar un riesgo elevado o muy elevado por calor extremo.

Ante este escenario, la OMM está impulsando una serie de medidas para reforzar la respuesta global al calor. Entre ellas se encuentra la expansión de su iniciativa “Alertas Tempranas para Todos”, diseñada para mejorar la coordinación entre meteorología, salud pública y protección civil. Además, se están desarrollando herramientas para monitorear en tiempo real los impactos en la salud y activar respuestas rápidas que salven vidas.

“El objetivo es anticiparnos a la amenaza y proteger a los más vulnerables con información clara, acciones coordinadas y decisiones basadas en ciencia”, subrayan.

El aumento sostenido de las temperaturas es un recordatorio contundente de los efectos del cambio climático y de la necesidad urgente de tomar medidas colectivas para frenar su avance. Mientras tanto, los expertos insisten en que la prevención, la información y la cooperación internacional serán claves para enfrentar los veranos que están por venir