Alergias primaverales: cómo diferenciar síntomas y aliviar los efectos del polen
La primavera intensifica las reacciones alérgicas por la alta concentración de pólenes en el aire. Saber identificarlas y actuar a tiempo es clave para la salud respiratoria
Con la llegada del buen tiempo, aumentan las salidas al aire libre… y también los estornudos, los ojos llorosos y la congestión nasal. La primavera marca el inicio de la temporada alta de alergias, algo que afecta a más de ocho millones de personas en España. El principal desencadenante es el polen de plantas como las gramíneas, el olivo o el plátano de sombra, que inunda el aire entre abril y junio.
Las alergias respiratorias no solo reducen la calidad de vida, también pueden confundirse con resfriados comunes o incluso con COVID-19, lo que complica su diagnóstico y tratamiento. Por eso, es fundamental aprender a distinguir los síntomas y aplicar medidas de prevención y control.
¿Alergia, resfriado o COVID?
Algunas diferencias clave pueden ayudarte a identificar la causa de tus molestias:
- La alergia no produce fiebre ni malestar general.
- El resfriado suele durar de 5 a 7 días, mientras que los síntomas alérgicos pueden prolongarse durante semanas o meses si la exposición al alérgeno continúa.
- El COVID-19, además de fiebre, puede incluir pérdida del gusto u olfato, fatiga o dolor muscular, síntomas que no suelen estar presentes en una alergia estacional.
- En el caso de la alergia primaveral, los síntomas más comunes son estornudos repetidos, picor de ojos y nariz, lagrimeo, mucosidad transparente, tos seca y dificultad para respirar en casos más avanzados.
Principales alérgenos en España
Cada región presenta una concentración distinta de pólenes, pero hay tres tipos que predominan en gran parte del país:
Gramíneas: el tipo de polen más común y uno de los más agresivos.
Olivo: muy presente en Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y Murcia.
Plátano de sombra: frecuente en zonas urbanas, especialmente en Madrid y Barcelona.
Los niveles de polen varían a lo largo del día y en función del clima. Los días secos, cálidos y ventosos suelen tener concentraciones más altas, mientras que la lluvia ayuda a limpiar el aire temporalmente.
¿Cómo aliviar los síntomas?
Los especialistas recomiendan una combinación de tratamiento farmacológico y medidas preventivas:
- Antihistamínicos: reducen la intensidad de los síntomas. De venta libre en farmacias.
- Corticoides nasales o inhaladores: para casos moderados o persistentes.
- Lágrimas artificiales: alivian el picor y el enrojecimiento ocular.
En cuanto a los hábitos diarios, hay algunas pautas que pueden marcar la diferencia:
- Evitar salir al aire libre en las primeras horas del día y al atardecer.
- Ducharse y cambiarse de ropa al llegar a casa.
- Mantener las ventanas cerradas durante las horas de máxima concentración de polen.
- Usar gafas de sol y mascarilla en exteriores si se tienen síntomas agudos.
- Usar purificadores de aire con filtros HEPA en interiores.
¿Cuándo acudir al médico?
Si los síntomas no remiten con antihistamínicos o afectan al rendimiento diario (por ejemplo, dificultan el sueño o la concentración), es aconsejable consultar con un alergólogo. En algunos casos, se puede realizar un estudio para iniciar tratamiento con inmunoterapia, también conocida como “vacunas de la alergia”, que permite reducir la sensibilidad al alérgeno a medio plazo.
La alergia no es solo una molestia estacional: mal controlada puede derivar en asma, infecciones respiratorias frecuentes o fatiga crónica.
Las alergias primaverales pueden parecer inevitables, pero con información, prevención y tratamiento, es posible recuperar el control y disfrutar de la estación con salud y bienestar. La clave está en identificar bien los síntomas y no resignarse a vivir cada año bajo el pañuelo.