Claves de la Operación Telaraña: el ataque con drones más sofisticado en suelo ruso

Un ataque sin precedentes utilizó camiones civiles, redes móviles comerciales y contenedores camuflados para alcanzar cinco bases aéreas rusas con precisión milimétrica

El 1 de junio, Ucrania ejecutó la Operación Telaraña (Spider’s Web), un ataque coordinado que combinó logística civil, inteligencia artificial, redes de telecomunicaciones rusas y camuflaje táctico.

Los drones FPV, lanzados desde camiones convencionales, impactaron en varias bases aéreas rusas clave, sin que sus operadores fuesen detectados en ruta.

Los dispositivos, disfrazados como 'cabañas móviles', lograron entrar en Rusia por vías indirectas. La operación incluyó una fase de ensamblaje y despliegue desde un almacén situado en las proximidades de Cheliábinsk, a escasos 150 kilómetros de la frontera con Kazajistán. La ejecución táctica se produjo de forma sincronizada para dificultar la respuesta de las defensas aéreas rusas.

Cada parte del proceso (desde la entrada al país hasta la fase final de impacto) se desarrolló con una integración inédita entre elementos civiles y capacidades militares avanzadas.

Camiones civiles y contenedores como lanzaderas de drones

Cada dron fue ocultado en una estructura de tipo cabaña prefabricada, instalada sobre camiones de transporte civil. Estos vehículos, que no se desviaron hacia instalaciones militares, circularon por rutas convencionales hasta posicionarse cerca de cinco objetivos estratégicos: Belaya, Dyagilevo, Ivánovo, Olenya y Ukrainka.

El mecanismo de apertura del techo, activado por control remoto, permitía el despegue vertical del dron sin necesidad de detener el vehículo. Esta mimetización total con el tráfico comercial ruso evitó que los lanzamientos fueran detectados antes del impacto.

Los conductores, reclutados localmente, no estaban al tanto de la naturaleza de la carga. Pensaban que transportaban módulos habitacionales y solo recibían una instrucción al llegar al punto acordado: "Estás en el sitio adecuado, para ahí".

Uso de redes móviles rusas y control remoto desde Ucrania

En lugar de sistemas de posicionamiento por satélite, los drones emplearon tarjetas SIM rusas y operaban con señal 4G y 5G del propio país. Esto redujo la latencia en el control remoto, evitó interferencias electrónicas y eliminó la necesidad de utilizar sistemas militares de navegación GPS.

El control en tiempo real fue llevado a cabo por pilotos FPV ucranianos desde territorio nacional. En la fase terminal del ataque, se alternó entre el modo autónomo y el pilotaje manual para asegurar una precisión quirúrgica sobre el blanco.

El sistema incluía software de código abierto como ArduPilot, con modos híbridos de operación que permitían cambiar el grado de autonomía del dron en función del entorno y la conectividad.

Inteligencia Artificial a bordo y reconocimiento visual de objetivos

Cada dron integraba un módulo de inteligencia artificial entrenado para identificar visualmente objetivos como bombarderos Tu-95, Tu-22M3 y el avión radar A-50. Los sistemas eran capaces de reconocer zonas vulnerables y actuar en caso de pérdida de conexión, mediante navegación autónoma por dead reckoning.

Esta capacidad permitió reducir el ciclo sensor-blanco-disparo a menos de 30 segundos. Parte del entrenamiento se llevó a cabo con modelos reales y réplicas de aeronaves rusas expuestas en museos ucranianos.

La operación destaca por haber combinado tecnologías abiertas, redes comerciales, anonimato logístico y sincronización táctica, lo que representa un nuevo paradigma en el uso militar de medios civiles encubiertos.