Mike Waltz deja la Casa Blanca para ser embajador en la ONU
El presidente estadounidense reorganiza su equipo de seguridad nacional tras la polémica por la filtración de planes militares en Yemen. El secretario de Estado, Marco Rubio, asumirá el puesto de forma interina
Donald Trump ha oficializado el nombramiento de Mike Waltz como nuevo embajador de Estados Unidos ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cargo de rango ministerial que supondrá su salida inmediata del núcleo de Seguridad Nacional. En tanto se confirma su designación en el Senado, el secretario de Estado, Marco Rubio, ejercerá este rol de manera provisional.
La noticia, que ha sido confirmada por la Administración republicana, se produce tras semanas de especulación mediática acerca del futuro de Waltz, quien estaba en el centro de una tormenta política tras el escándalo conocido como Signalgate, relacionado con la filtración de planes de ataque contra los hutíes en Yemen.
El escándalo que debilitó a Waltz dentro del equipo de Trump
El episodio que marcó un punto de inflexión en la trayectoria de Waltz fue la inclusión del periodista Jeffrey Goldberg, editor de The Atlantic, en un grupo de Signal en el que participaban figuras de alto nivel del gobierno, como el jefe del Pentágono y el secretario de Defensa, Pete Hegseth. A través de ese chat, se compartieron datos sensibles, incluyendo los horarios precisos de los bombardeos, lo que pudo haber comprometido operaciones militares en curso.
Waltz, identificado como el creador del grupo, se responsabilizó públicamente: “Yo hice el grupo. Es vergonzoso. Vamos a llegar al fondo del asunto”, declaró en una entrevista concedida a Fox News. No obstante, aseguró que desconocía cómo se había incluido a Goldberg en la conversación.
Desde entonces, según reveló CNN, el presidente Trump “nunca se recuperó realmente” de aquel golpe a la confidencialidad en su equipo más cercano. El medio incluso aseguraba que Waltz había “perdido la confianza del presidente en los primeros 100 días” de este segundo mandato.
Tensiones internas y desacuerdos estratégicos
La relación entre Waltz y la cúpula republicana ya venía erosionada incluso antes del Signalgate. Según el Wall Street Journal, el presidente y varios asesores se mostraban críticos con las decisiones del ahora exasesor, en especial por haber sumado al equipo a perfiles que no convencían a los sectores más duros del movimiento MAGA (Make America Great Again).
Además, Waltz mantenía posturas firmes en temas sensibles como Ucrania o Irán, lo que provocó fricciones con otros funcionarios más moderados del gabinete. Estas diferencias llevaron a que fuera excluido de procesos clave, como las negociaciones para un posible acuerdo de paz entre Moscú y Kiev.
Aunque inicialmente estaba previsto que acompañara a Trump en un acto en Míchigan con motivo de los 100 primeros días de su segundo mandato, finalmente no asistió, alimentando aún más las especulaciones sobre su salida.
Primer gran movimiento en la segunda Administración Trump
El relevo de Waltz supone la primera gran reestructuración en el equipo más cercano del presidente desde su regreso al poder el pasado 20 de enero. Consciente de las críticas al caos que caracterizó su primer mandato —durante el cual llegaron a convivir cuatro asesores de Seguridad Nacional y dos secretarios de Estado—, Trump intenta proyectar ahora una imagen de mayor estabilidad institucional.
“Waltz es el primero. Seguro que no será el último”, declaró Hakeem Jeffries, líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, anticipando una posible cadena de movimientos en el Ejecutivo.
Cabe recordar que Trump ya había nominado en noviembre de 2024 a Elise Stefanik para el cargo de embajadora ante la ONU, pero esa candidatura fue retirada el 27 de marzo de este año. Como estipula el procedimiento, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado deberá celebrar una audiencia antes de que el nombramiento de Waltz pueda ser ratificado oficialmente.
Un cambio de rumbo en plena tensión internacional
Mike Waltz, que fue congresista durante seis años antes de integrarse al equipo de Seguridad Nacional, se enfrenta ahora al desafío diplomático de representar a EE.UU. en la ONU en un momento de alta tensión internacional. Su llegada al organismo multilateral llega con el telón de fondo de la polémica filtración, las divisiones internas del Ejecutivo y una agenda global marcada por los conflictos en Oriente Medio y Europa del Este.
Su nombramiento podría ser clave para definir la estrategia de Washington en los próximos meses, aunque su confirmación en el Senado está aún pendiente.