Sánchez llamó “torpe” a Iglesias y “pájara” a Robles en nuevos mensajes filtrados

La filtración de nuevos mensajes entre el presidente del Gobierno y su exministro José Luis Ábalos revela juicios personales sobre dirigentes del Ejecutivo y profundiza la fractura abierta por el caso Koldo

Los últimos WhatsApp filtrados entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos, desvelados por El Mundo, han elevado aún más la presión sobre el presidente del Gobierno. En los intercambios ahora conocidos, Sánchez se refiere en términos críticos a dos figuras clave de su Gabinete: al entonces vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, al que califica de “torpe” y “cuñadísimo”, y a la ministra de Defensa, Margarita Robles, la llama “pájara”.

Estas conversaciones, que se remontan a 2020 y 2021, han reavivado el debate político en torno al caso Koldo, dejando al descubierto el malestar interno y la visión del presidente sobre algunos de sus principales colaboradores en plena coalición con Unidas Podemos.

En uno de los mensajes, Sánchez lamenta los movimientos públicos de Iglesias: “Qué torpe. Qué cuñadísimo. Qué estulticia”, le escribe a Ábalos. En otra ocasión, al comentar una intervención mediática de Margarita Robles, señala: “Se acuesta con el uniforme”, y se refiere a ella como “pájara”.

Malestar en el PSOE: Susana Díaz, una de las aludidas, se siente “jodida”

Entre los nombres mencionados en los mensajes filtrados también aparece el de Susana Díaz. En 2021, durante las primarias socialistas en Andalucía, Sánchez habría enviado a Ábalos un mensaje donde afirmaba: “Susana sí que está jodida”. La ex presidenta andaluza ha reaccionado con enfado: “Estoy jodida, sí. Porque cuesta creer que el presidente haya escrito eso”, ha declarado la expresidenta andaluza.

Desde la dirección del PSOE, no se contempla por ahora iniciar acciones legales por la publicación de estos mensajes, aunque se insiste en que la intención detrás de su difusión es desestabilizar al Gobierno. La portavoz Esther Peña ha confirmado que el expediente de expulsión de Ábalos sigue su curso, y ha querido desmarcar al partido de cualquier tipo de complicidad con las actuaciones investigadas por la justicia.

La oposición acusa a Sánchez de mentir y exige nuevas explicaciones

La revelación de estos nuevos mensajes ha sido aprovechada por el Partido Popular. Génova considera que estas conversaciones, sumadas a las ya conocidas, confirman que Sánchez estaba al tanto de la trama vinculada a Koldo García, asesor de Ábalos durante su etapa en el Ministerio de Transportes. Para los populares, el tono personal y de confianza que el presidente mantiene con Ábalos durante años, incluso tras su cese, refuerza la tesis de encubrimiento político.

Desde la dirección nacional del PP insisten en que el presidente utilizó la salida de Ábalos en 2021 como una forma de tapar un escándalo del que ya tenía conocimiento. “Sánchez no solo sabía lo que ocurría, sino que seguía apoyando a quienes estaban en el centro de la trama”, sostienen.

¿Es delito publicar estos mensajes?

La filtración ha desatado también un debate sobre la legalidad de publicar conversaciones privadas entre dirigentes públicos. En este caso, los mensajes provienen de material requisado por la Guardia Civil durante la investigación judicial del caso Koldo. En concreto, se extrajeron de dispositivos externos presuntamente en manos de Koldo García.

Aunque no se ha confirmado el origen exacto de la filtración, varios expertos advierten de que si se demuestra que procede de un funcionario público o de fuentes con acceso directo al sumario, podría tratarse de un delito de revelación de secretos oficiales. En cambio, si los mensajes provienen de uno de los interlocutores —en este caso, José Luis Ábalos— no se consideraría delito penal.

Deterioro de la imagen del Ejecutivo

La sucesión de filtraciones en menos de 48 horas ha intensificado la crisis de confianza en torno al Ejecutivo. Lo que comenzó con la publicación de mensajes donde Sánchez expresaba cariño y respaldo a Ábalos ha derivado en una escalada que afecta a la cohesión del Gobierno y alimenta la sensación de deterioro institucional.

Las próximas semanas serán clave para comprobar hasta dónde se extiende el desgaste político y qué impacto puede tener en la estabilidad parlamentaria del Gobierno.