Los vaivenes de General Motors con Opel y sus consecuencias en España

Sin embargo, este año la frase no se pudo decir más que irónicamente. En 2009, de los conocidos como los tres grandes de Detroit -GM, Chrysler y Ford-, sólo el último salvó la crisis pues había pedido un préstamo hace tres años y desde entonces había comenzado su propia reestructuración, mientras que General Motors y Chrysler tuvieron que recurrir al dinero público para subsistir.

Tras recibir el espaldarazo financiero, de GM se dijo que no estaba muerto, sino que se estaba reagrupando. Inclusive Barack Obama, presidente de EEUU, dijo en su momento que se trataba del "principio de una nueva GM".

Sin embargo, hasta los más optimistas han dicho este año que lo que surja de Detroit será una versión más pequeña, modesta y débil de aquel gigante industrial.

La "nueva GM"

El plan al que finalmente llegaron la empresa y el Gobierno estadounidense es que una entidad a la que se denominó la "Nueva GM" compró a General Motors sus activos más rentables con dinero concedido por las autoridades estadounidenses y canadienses.

Los activos no rentables de la firma automotriz se quedaron en la "Vieja GM" para su liquidación y a cambio de su apoyo financiero, el Departamento del Tesoro de EEUU recibió el 60 % del accionariado de la "Nueva GM, con intención de vender lo antes posible esta participación.

Igualmente, las autoridades canadienses obtuvieron un 12,5 % de la "Nueva GM" mientras que el sindicato United Auto Workers (UAW) se hizo con el 17,5 % en concepto de los miles de millones de dólares que el fabricante debía a sus afiliados.

Los acreedores recibieron un 10% (que podría ascender hasta el 25%) a cambio de eliminar los 27.100 millones de dólares de deuda no asegurada de la empresa.

La venta que no ocurrió

Mientras esto ocurría, el productor automovilístico reconoció en noviembre que para llevar a cabo el plan de reestructuración de Opel/Vauxhall necesitaba la ayuda financiera de los gobiernos europeos y de los empleados.

Después de siete meses de negociaciones alrededor de la venta de Opel/ Vauxhall, GM decidió no vender la división europea ni a Magna y Sberbank, ni a nadie.

Parece ser que el principal punto de distensión se centraba alrededor del apoyo que Berlín estaba dispuesto a dar a la empresa:¿ayudaría a GM económicamente o dejaría que Opel cayera en bancarrota?

La puja alemana, para muchos, estaba politizada y fabricada para beneficiar, sobretodo, a las factorías y empleados del país. Por otra parte, la posibilidad de obtener una buena posición en el mercado ruso era muy lejana.

En su momento GM dijo que necesitaría 3.000 millones de euros para reestructurar Opel y que pediría el dinero a varios países europeos, entre ellos España.

Sin embargo Alemania, que había ofrecido 4.500 millones de euros en ayudas estatales a Magna pedía, a la vez, que GM pagase un préstamo de 1.500 millones de euros. El gigante automotriz dijo haber pagado 600 millones de euros y aseguró que pagaría el resto.

Ante esta realidad, las críticas no tardaron en llegar. El ministro alemán de Finanzas, Rainer Brüderle dijo que “el comportamiento de GM hacia Alemania era completamente inaceptable”. Sin embargo, algunos Gobiernos estatales en el país que tenían fábricas de Opel adujeron que apoyarían a Opel.

Desde Rusia, su primer ministro, Vladimir Putin, reaccionó con mucho enfado y dijo que Sberbank y Magna llevarían a cabo un "análisis legal" de la cuestión, aunque Magna dijo que acataría la decisión de GM.

Tras la inyección de 50.000 millones de dólares en ayudas estatales en EEUU, y la reorganización empresarial tras el capítulo 11 de la ley de bancarrotas, GM se vio con la posibilidad de quedarse con Opel, aunque esto enfadara a Berlín y Moscú.

La situación en España

Desde que comenzaron los problemas en GM, en Figuerelas, Zaragoza, sede de la planta de Opel en España, se han seguido cuidadosamente todos los movimientos y noticias de la empresa.

En un momento dado, el plan de saneamiento elaborado por el consorcio austro-canadiense Magna para la automotriz alemana Opel preveía el despido de 10.560 empleados en Europa, más del 10% en la planta zaragozana de Figueruelas, algo que no ha desaparecido del todo desde que GM decidió quedarse con la firma y que, desde Aragón, se ha peleado por evitar.

A principios de diciembre, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, aseguró antes de reunirse con sus homólogos europeos y la cúpula de General Motors, que no aceptaría un plan de reestructuración para la planta de Opel inferior al planteado por Magna, que contemplaba 900 despidos.

"Nosotros siempre hemos dicho que el plan de Magna es un suelo a partir del cual no vamos a aceptar ninguna modificación a la baja, que empeore la situación de Figueruelas porque, como todo el mundo sabe, es la planta más productiva que tiene Opel, aseguró Sebastián.

El titular de Industria español también confió en que la directiva de la filial europea de General Motors avanzase el plan industrial de la compañía para las factorías del viejo continente, del que todavía no se saben los detalles.

Sin embargo no sólo en Aragón están preocupados. Los responsables de Industria de la UE ya se reunieron con Nick Reilly -presidente del gigante automovilístico estadounidense en Europa-, en Bruselas el pasado 23 de noviembre, a invitación de la Comisión Europea, que quería evitar que los Estados miembros compitieran entre ellos por mantener las plantas de Opel en su territorio y se lanzaran a una carrera de subvenciones.