Compromiso para salir del armario
Sean Penn es un buen actor con cierta tendencia al histrionismo a la hora de abordar a sus personajes. Aquí hace de sus exageraciones virtudes y necesidad que le salvan y salvan a la película a veces.
Así, en Mi nombre es Harvey Milk, cuenta como salir del armario para cambiar las leyes y las mentalidades. Es una narración verídica, se basa en la biografía de un personaje real y, además, afirma que para cambiar el mundo tenemos que cambiar nuestro entorno.
Su director, Gus van Sant aporta una descripción lineal e impresionista de los hechos. Esta se trufa de momentos, situaciones, con la gran historia de la salida a la vida pública, en 1977, como concejal en San Francisco, del primer político abiertamente homosexual.
Como sabe el director que tiene un buen actor, Sean Penn, delante de la cámara relata los hechos a través de gestos. Estos son fundamentales para ver la piel del dolor de cómo tratan los ciudadanos normales a los que son diferentes. Y apuesta por la visibilidad más que por la introspección. Un error de planteamiento.
Así toda la primera parte de la película. En la segunda se sustenta en los oponentes a Harvey Milk. Con ellos el discurso es más sencillo como descripción de la homofobia que es la antimodernidad.
Es por eso que hay que cargar las tintas en la relación entre el concejal protagonista y su oponente, el concejal Dan White. Es conservador, es sexista, es racista, es…un asesino. Es un magnífico Johs Brolin que, desquiciado, acaba siendo el verdadero factotun, protagonista, de esta película.
es una metáfora de un enfrentamiento social, entre el derecho a la diferencia de unos y la decisión de los otros de luchar contra todo lo que no sea lo establecido, estipulado y tabulado por la más rancia tradición conservadora.
La película avanza a trompicones. Este biopic parece más un acto de militancia gay que una narración dramática. Tiene el lastre de no acertar en el punto de vista para el discurso y hay dos películas dentro de la misma.
Una es la de la toma de conciencia y la aceptación personal de saber quién en la sociedad y esa es su, trabajo, su acción. La otra es la reacción consiguiente, la de la exposición pública, el testimonio, la lucha política (posibilismo) para cambiar el mundo desde lo local a lo general, dando testimonio.
Esta voluntad de ser un ejemplo le convierte al protagonista en mártir por la causa y la película quiere ser vehiculo para elevarlo a los altares, como icono no sirve y como símbolo tampoco de un grupo que siempre ha sido castigado. El director al final no lo consigue y es por culpa de esa falsa necesidad de dar testimonio. El fervor es para los fundamentalistas religiosos. Los símbolos tienen otro ritmo, el de buscar un mundo mejor…en imágenes.
Mi nombre es Harvey Milk
Director: Gus van Sant
Guión: Dustin Lance Black
Fotografía: Harris Savides
Intérpretes: Sean Penn, James Franco, Emile Hirsch, Josh Brolin,…
2008. USA. Universal
www.harveymilk.es