Brown: "La decisión de invadir Iraq fue la correcta"
El primer ministro, quien antes de contestar recordó a los soldados fallecidos durante el conflicto, insistió en que "Iraq violaba gravemente la legalidad internacional". No obstante, reconoció que se pueden extraer ahora "lecciones" sobre la manera en que se tomaron ciertas decisiones previas y sobre el proceso de reconstrucción del país árabe después de la invasión.
"Ganamos la batalla en siete días, pero nos llevó siete años lograr la paz", dijo Brown, quien añadió que se mantuvo en contacto regular con Blair durante los meses previos a la invasión. A su llegada al Queen Elizabeth II Center de Londres, donde se celebran los trabajos de la comisión, Brown fue abucheado por un puñado de manifestantes, que portaban carteles pidiendo la presencia del primer ministro en el Tribunal Internacional de La Haya para juzgarlo por crímenes de guerra.
Las protestas fueron menores si se comparan con las que se registraron cuando Blair compareció el pasado enero ante esta misma comisión, lo que le llevó a tomar la decisión de llegar al edificio, fuertemente escoltado, dos horas antes de su intervención.
No escatimó en fondos
Brown, aseguró que durante su periodo al frente del Ministerio de Fianzas no escatimó en gastos para poder lanzar una campaña militar efectiva contra el régimen de Sadam Husein.
Brown contestaba así a una pregunta de la comisión independiente que investiga la guerra de Iraq de 2003 sobre las supuestas restricciones económicas que impuso para llevar adelante la invasión en su condición de titular de Economía del Gobierno de Tony Blair.
El primer ministro recordó que en junio de 2002 ya tuvo conversaciones con el entonces ministro de Defensa, Geoff Hoon, para hablar sobre los preparativos de una posible intervención militar.
"Inmediatamente, le comuniqué al primer ministro que no habría restricciones económicas para el Ejército (...) Le dije desde muy al comienzo que no descartaría una estrategia militar por motivos de coste", señaló Brown al reconocer que "unas opciones militares" eran "más caras que otras".
En los últimos meses, diversos medios han publicado documentos que muestran que Brown bloqueó varias partidas para el envío adicional de helicópteros a Iraq y Afganistán, lo que supuestamente expuso a una situación de mayor riesgo a las tropas británicas.
Las informaciones fueron ratificadas por el propio Hoon, enemigo político de Brown dentro del laborismo, quien dijo ante la comisión que el hoy primer ministro recortó fondos vitales para el Ejército en los años previos al conflicto y que volvió a hacerlo inmediatamente después de la invasión.
La Comisión también indagó sobre su implicación política, dado que Brown siempre ha marcado la distancia con respecto al llamado "núcleo duro" del Gobierno de Blair que tomó la decisión de apoyar a EEUU para derrocar a Sadam Husein por la fuerza. Otras versiones, sin embargo, lo sitúan entre las personas que más influencia tuvieron en aquellos momentos.
A este respecto, Brown recalcó que durante las reuniones del Gobierno dejó claro que la acción militar debía ser siempre la "última opción". "Fui muy claro al insistir en que teníamos que agotar todas la vías diplomáticas antes de llegar a la conclusión de que era imposible evitar la decisión de ir a la guerra", agregó.
No obstante, precisó, nunca tuvo acceso a la correspondencia privada que mantuvieron Tony Blair y el entonces presidente estadounidense, George W. Bush. "No esperaba poder ver -dijo- las cartas privadas entre Blair y el presidente".
Inicialmente, los responsables de la comisión decidieron que Brown testificara pasados los próximos comicios generales, que se celebrarán a más tardar el 3 de junio, con la idea de no interferir en el desarrollo de la campaña, pero las presiones políticas y mediáticas hicieron que el propio primer ministro pidiera comparecer antes de esa fecha.
Por ese motivo, aclarar estos asuntos en la cuenta atrás de los comicios puede ser crucial, porque la sociedad británica se opuso de manera abrumadora al conflicto de Irak y porque hay dudas sobre la calidad del equipamiento de las fuerzas armadas británicas tras la muerte de más de un centenar de soldados en Afganistán en el último año.