España esquiva la desaceleración global y supera a EE.UU. y China en crecimiento previsto
Así lo refleja el nuevo informe de la OCDE, que recorta ligeramente su previsión para España —del 2,6% al 2,4%— debido al aumento de la incertidumbre comercial y geopolítica, aunque sigue situándola en cabeza por su solidez en el consumo interno y la creación de empleo.
La revisión se produce en un escenario de claro enfriamiento global. La OCDE anticipa una ralentización del crecimiento económico mundial, que caerá del 3,3% en 2024 al 2,9% en 2025 y 2026. La guerra arancelaria, el endurecimiento de las condiciones financieras y el descenso de la confianza empresarial y del consumidor están detrás de este giro en las perspectivas.
España resiste gracias al empleo y el consumo
En contraste con los ajustes más severos en otras regiones, la economía española muestra signos de fortaleza sostenida. El organismo internacional destaca el papel del gasto de los hogares y del dinamismo del mercado laboral como los principales motores del crecimiento.
Los últimos datos del Ministerio de Trabajo confirman esta tendencia: el paro cayó en mayo por debajo de los 2,5 millones de personas por primera vez desde 2008, con una reducción de casi 58.000 desempleados. Además, la afiliación a la Seguridad Social alcanzó cifras récord, superando los 21,8 millones de trabajadores. La creación de empleo —aunque algo inferior a otros años por estas fechas— se mantiene robusta, con especial protagonismo de las mujeres y los trabajadores autónomos, muchos de ellos extranjeros, cuya aportación se estima clave para el avance del PIB, según el Banco de España.
Una desaceleración que golpea a las grandes potencias
El panorama internacional que presenta la OCDE es menos alentador. Estados Unidos pasará de crecer un 2,8% este año a solo un 1,6% en 2025, mientras que China también verá ralentizado su crecimiento: del 5,0% al 4,3% en dos años. En Europa, el repunte será tímido: del 0,8% al 1,0% en 2025 y al 1,2% en 2026.
“La economía global ha dejado atrás una etapa de crecimiento resiliente y está entrando en una senda más incierta”, advirtió Mathias Cormann, secretario general de la OCDE. Según el informe, la fragmentación del comercio y el auge de las políticas proteccionistas —con nuevos aranceles y represalias entre bloques— están afectando negativamente a las cadenas de suministro y las perspectivas de inversión.
Inflación, deuda y volatilidad
Aunque la OCDE prevé una moderación de la inflación en los países del G-20 (del 6,2% al 3,6% en 2025), advierte que el encarecimiento de los costes comerciales podría alimentar presiones de precios más duraderas, sobre todo en economías con mercados laborales tensionados. Además, el aumento de los pagos de deuda pública amenaza con tensionar aún más las finanzas estatales, especialmente en países con menor margen fiscal.
La organización recomienda cautela a los bancos centrales y, al mismo tiempo, pide a los gobiernos que adopten reformas estructurales para impulsar la inversión, contener el gasto y garantizar la sostenibilidad de la deuda a largo plazo.
Invertir para crecer, la receta de la OCDE
En palabras de Álvaro Santos Pereira, economista jefe de la OCDE, “la inversión global sigue estancada y lastra el crecimiento desde hace más de una década”. Aunque destaca avances en la economía digital, lamenta que la inversión en vivienda y en infraestructuras públicas no está siendo suficiente. Por ello, la OCDE insta a los países a aplicar un “programa audaz de reformas” que reactive el crecimiento y prepare a la economía mundial para los desafíos del siglo XXI.