Copiar se va acabar: China pierde competitividad cuando tiene que inventar

China necesita innovar en el sector tecnológico para no quedarse atrás. Imagen: Pixabay
El desarrollo económico que ha alcanzado China en 50 años ha sido espectacular, pero el ritmo está decayendo ahora que depende más de la innovación propia para seguir avanzando.

A principios de los años 70 del siglo pasado, China era un país eminentemente agrario y con muy poco desarrollo industrial. Eso cambió a finales de esa década, cuando empezaron las reformas económicas.

China basó su desarrollo en imitar todo aquello que sabía que había funcionado en los países europeos. Podía hacer los mismos productos, pero a un precio mucho más barato, puesto que el coste de su mano de obra era infinitamente más bajo que el que las empresas podían encontrar en Estados Unidos o Europa, y esto ayudó al país asiático a convertirse en "la fábrica del mundo".

Desde finales de la década de los 70, el Producto Interior Bruto (PIB) de China ha crecido un promedio anual del 9 %, una cifra impensable para el resto de Estados. Pero, a medida que el país asiático deja de copiar lo que hacen los demás y se centra en innovar, su ritmo de crecimiento va cayendo. Porque, como señalan los expertos, crear es más caro que copiar.

En busca de ser una potencia tecnológica

En medio siglo China ha pasado de ser un país sin apenas desarrollar a ser la segunda potencia económica del mundo, solo superada por EE.UU.

Pero ahora el escenario ha cambiado, la fabricación industrial pierde peso en la economía en favor del desarrollo tecnológico. Lo que tradicionalmente le ha dado dinero a China ya no resulta tan rentable y, además, con el tiempo han surgido otros países que han imitado su fórmula para el éxito y son capaces de fabricar grandes cantidades a un precio muy bajo.

Para no perder el puesto que se ha ganado a nivel global, los dirigentes chinos tienen claro que el siguiente paso es convertir al país en una potencia tecnológica. Sin embargo, aquí la imitación no vale.

Estados Unidos ve en China una amenaza tanto para su economía como para su seguridad, y limita mucho la tecnología que puede llegar al país asiático, para que este no la copie y la utilice como base para mejorarla.

A China no le queda más remedio que trabajar para conseguir una mayor autonomía tecnológica, y para ello tiene que innovar.

A más tecnología, menos productividad en el sector manufacturero

En el mercado actual no basta con hacer lo de siempre. Los medios de producción clásicos empiezan a quedar obsoletos a medida que se impone la tecnología. Si quieren sobrevivir, las factorías chinas tienen que desarrollarse tecnológicamente.

Ya hay muchas empresas que están invirtiendo millones en mejorar su tecnología, pero se han dado cuenta de que esto está debilitando la productividad en el sector manufacturero. 

Cuando China copiaba procesos, iba sobre seguro, sabía que estos iban a dar buenos resultados. Ahora que tiene que innovar por su cuenta, ha descubierto que muchas innovaciones no salen bien a la primera, lo que implica haber perdido tiempo y dinero.

El objetivo económico de Xi Jinping es seguir aumentando la productividad para mantener su liderazgo en el mercado, pero las inversiones realizadas hasta el momento no han dado los frutos esperados. 

Se han hecho interesantes avances tecnológicos, pero las empresas no les están sacando partido en términos de productividad, y eso es algo que preocupa al gobierno chino.

Para los expertos, China podría alcanzar su objetivo de convertirse en líder mundial en tecnologías clave en las próximas décadas, pero no conseguirá alcanzar el objetivo marcado por Xi Jinping: aumentar la productividad total de los factores y con ello la riqueza per cápita en China.

Este fenómeno no es nada nuevo, ya le ocurrió a Japón. El país nipón lideró el campo tecnológico durante muchos años y, sin embargo, eso no se tradujo en un éxito macroeconómico.

En el caso de China, existen importantes cuellos de botella tecnológicos que impiden alcanzar la autosuficiencia total en sectores clave. Porque falta desarrollo en semiconductores, pero también en otros componentes como los rodamientos de precisión o las fibras de carbono, que son esenciales para industrias estratégicas. Donde sí se han conseguido importantes avances es en baterías de litio y en sistemas operativos.

Para alcanzar sus objetivos, China tiene que ser capaz de seguir aumentando su capacidad productiva e impulsar a la vez un desarrollo tecnológico que evite su dependencia de terceros países.