Belén Esteban y sus 18 kilos de razones para volver

Tres meses sin ella son tan insoportables para sus seguidores como lo son tres horas seguidas viéndola para sus detractores. El caso es que ya no vale la sonatina de Rubén Darío de "la princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?". Ahora lo que el populacho se pregunta, con perdón, es "¿dónde co... está la princesa?". Las malas lenguas dicen que retocándose de nuevo, y no en el tocador al que acuden prestas nuestras damas cada vez que llegan a un restaurante de postín. La realidad dice que anda entre la playa y Madrid, donde acude a eventos como el concierto de Alejandro Sanz a finales de junio. 

Los que la han visto festejan la felicidad que muestra su rostro, lo bien que le ha venido a su salud este periodo sabático que, porque ella puede, se ha tomado. Es tal su grado de satisfacción que, como ella misma confiesa, ha ganado 18 kilos. Y no, no los ha ingresado en su cuenta bancaria, que bien podría ser con el caché que tiene la "princesa del pueblo", sino en su propio cuerpo, de donde todo sale de una manera mucho más lenta que lo que sale de su monedero o tarjeta de crédito.

La "operación bikini", que en el resto de los mortales está fijada entre febrero y junio, tras el reposo de los ágapes navideños y antes de la llegada del periodo de lucir lorzas en público, la va a tener que llevar a cabo ella entre julio y agosto, toda vez que su intención es la de regresar al plató de Telecinco el próximo mes de septiembre (aquí es donde los fans aplauden fervientemente y sus enemigos se tiran de los pelos, por no decir de las ventanas los más suicidas).

La amenaza está ahí, ya la ha confesado a sus más íntimos, y su cadena la hará pública el día menos pensado, sabeedora de que el regreso de la diva a la pantalla, por mucho que ahora la llenen con Olvido Hormigos, es más ansiada por los amantes del quore que una reunión entre Bárcenas y Rajoy en la sede del PP para el resto del país. 

Ahora sólo falta, como decía Darío, "el feliz caballero que te adora sin verte, y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, a encenderte los labios con un beso de amor». La "princesa" ya no está triste. Que lo estemos nosotros es lo de menos.