martes, marzo 19, 2024
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Platonov

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Nostalgia de otro tiempo

Platonov

es nostálgico de un tiempo pasado que no ha vivido. Es un charlatán, un seductor. Y la obra de Chéjov es un juego sobre este juego dialéctico.

La obra es larga, de tres horas y se pone en escena con motivo del 150 aniversario de su nacimiento.

El personaje es un cínico en el sentido filosófico del término. Y todos los que se reúnen a su alrededor, en la dacha aquel verano, tienen intereses creados, por ello los fustiga. El autor ha representado una sociedad que se derrumba y sus componentes están envueltos en dudas. Acaban siempre borrachos y entonces dicen la verdad… hieren.

Antón Chéjov (1860-1904) es proclive a frases rotundas, lapidarias como esta: piensan como pensaban nuestros abuelos, ninguna idea nueva. Y Platonov que abandonó sus estudios, es representado como un desclasado, es la voz que afirma en el escenario, es la conciencia crítica, es el teatro. Todo lo que dice acabará en la segunda parte ( y es una pena) como si fuera pura verborrea.

Fue una obra primeriza, la primera, Chéjov la escribió con veinte años. Se tituló inicialmente Pieza inacabada para un piano mecánico Y es el retrato del dolor de vivir a través de prototipos humanos. Platonov es representado como aquel que destruye todo lo que le rodea. Por eso todos le parecen que están muertos-dice- y no lo saben.

Y es que en la obra es un predicador, un Hamlet del siglo XIX. Aunque uno intuye que Platonov es un Platón en miniatura, es, también, rousseauniano. Busca el amor y no lo encuentra. Lo destruye. Sugiere que es como Lord Byron, todo es fuerza y energía, pero menos.

Eso si parece que hay dos obras en una. En la primera todo lo dicho, en la segunda, después del descanso, el oso borracho se encierra en su madriguera y se lamenta, ha perdido su fuerza.

La segunda parte se interpreta como una catarsis. Frente a la primera positiva, es un decir, la segunda es dramática. Incluso los personajes pierden el interés, pierden todo, quedan en nada. Creo que es culpa de la dirección, de la versión de Juan Mayorga, del propio Chéjov joven.

Y la escenografía es sustituida por audiovisuales en la sugerencia de la proyección sobre pantallas. Y las luces de Juan Gómez Cornejo sirven para crear atmósferas. Creo que es un gran error de bulto que lastra la representación ya que el teatro chejoviano necesita fisicidad.

Los actores están soberbios, son 19 y al frente Pere Arquillué que parece un Depardieu a la catalana. El es un hombre dispuesto a todo y consigue con su verborrea a cuatro mujeres, a todas las mujeres del mundo, a las que se le pongan por delante.

es una obra interesante, imperfecta, desmesurada, mal resuelta por el director y por el adaptador. Pero estos no le quita ningún ápice de interés a esta visión profundamente pesimista del mundo. Hay que verla.

Platonov

De Antón Chéjov

Dirección de Gerardo Vera y la versión es de Juan Mayorga.

Escenografía: Max Glaenzel y Estel Cristià

Iluminación: Juan Gómez Cornejo.

Audiovisuales: Álvaro Luna.

Intérpretes: Pere Arquillué, Mónica López, Carmen Machi, Roberto San Martín, Elisabet Gelabert,…

Teatro María Guerrero de Madrid.

Tamayo y Baus, 4.

Hasta el 24 de Mayo

www.cdn.mcu.es

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