martes, abril 16, 2024
- Publicidad -

Ike tenía razón; hay que recortar la defensa

No te pierdas...

La semana pasada conmemoramos el aniversario del discurso de investidura del Presidente Kennedy de 1961, con su llamamiento a «pagar cualquier precio, acarrear cualquier carga» en aras de la seguridad de la nación. Pero una orientación mejor de las opciones a las que nos enfrentamos hoy es el discurso de despedida del Presidente Eisenhower, pronunciado tres días antes, y su llamamiento a frenar al llamado «conglomerado del ejército y el sector privado».

Recortar el presupuesto militar es una de las tareas más difíciles de Washington. El Congreso nunca ha conocido un sistema de armamento que no sea de su agrado. Pero con los problemas de endeudamiento de la nación, llevar a cabo recortes sensatos se ha vuelto esencial. Eso está claro para el Secretario de la Defensa Bob Gates y para la cúpula militar, incluso si el Congreso todavía dispensa a los presupuestos del Pentágono el trato reservado al gasto de interés electoral.

Altos mandos del Pentágono reconocen que las nuevas tecnologías hacen posible remodelar los presupuestos sin poner al país en un riesgo mayor. Pero esta transición exige ya una evaluación honesta de los «sistemas antiguos», los escuadrones de cazas y bombarderos tripulados, las flotas de portaaviones, cruceros y submarinos, que rezuman patriotismo por los cuatro costados.

Al ejército le encantan estos instrumentos tradicionales de fuerza estadounidense, a pesar de su elevadísimo coste. Pero a medida que cambian las tecnologías, gradualmente se vuelven igual de desfasados que la bala de un cañón o un pelotón de caballería.

Los analistas de la defensa sostienen que el ejército tiene que hacer menos hincapié en las plataformas llamativas, sus cazas supersónicos o sus buques nucleares. Estos sistemas serán pronto vulnerables al ataque de láseres y demás armas de concentración energética. Pero lo que es más importante, la plataforma no importará tanto como lo que transporte. Estamos en la era de los «vehículos no tripulados», y dentro de poco buques, submarinos y también tanques teledirigidos. Estos vehículos simples y autónomos serán más baratos y más robustos pero no menos letales para el rival.

Si la administración Obama aprovecha esta oportunidad y supera la inevitable oposición legislativa, podrá iniciar una verdadera transformación de los presupuestos de la defensa. La tecnología debería permitir a Estados Unidos rebajar el coste de los sistemas tradicionales a medida que se prepara para las nuevas amenazas que se avecinan.

Las nuevas tecnologías que producirán estos cambios se detallan en un estudio llamado «Horizontes tecnológicos» preparado el año pasado por Werner Dahm, que por entonces era el oficial científico de las fuerzas aéreas. Él instaba a investigar en «ciber-resistencia» y «herramientas de alteración del espectro electromagnético», incluyendo los láser y el resto de armas de concentración de la luz. Y hacía hincapié en que los sistemas no tripulados, coordinados por software avanzado, podrán dar «ventajas operativas sobre los rivales limitados a la planificación y las decisiones humanas».

Los láseres están apenas a unos años de ser armas prácticas, según funcionarios del Pentágono. Los láseres apostados sobre el terreno pueden revolucionar la defensa aérea, y una generación nueva de láseres de estado sólido puede ser lo bastante pequeña para el transporte aéreo. «Los sistemas de concentración energética se encontrarán entre la capacidad tecnológica ‘capaz de decantar el resultado de una batalla'», escribe Dahm.

El espacio se volverá, metafóricamente, un «terreno» vulnerable dentro de este entorno nuevo. Los láseres potentes montados en tierra serán capaces de cegar o inutilizar satélites, de manera que harán falta formas redundantes de comunicación. También alternativas a los sistemas de transporte que dependan de tecnologías apoyadas en el «sistema de posicionamiento global (GPS)» dependiente del espacio.

Aunque nuestras fantasías tipo «Buck Rogers» nos hacen pensar sobre todo en láseres como armas ofensivas, los expertos dicen que serán igual de útiles para labores de espionaje — iluminando objetivos con la precisión de un puntero (cuando no haya nubes interponiéndose). Los investigadores están desarrollando sistemas de defensa aérea basados en el láser capaz de detectar y luego golpear instantáneamente los proyectiles balísticos que lleguen. Se trata de una  revolución tecnológica que, entre otras cosas, puede blindar a Israel de los proyectiles balísticos y los ataques de mortero.

La parte difícil de esta transformación de la defensa será renunciar a los sistemas tradicionales que durante generaciones han sido símbolo de la fuerza militar estadounidense. Pero ese proceso de desprenderse del pasado es absolutamente esencial. Si tratamos de conservar todos los sistemas viejos y añadimos los nuevos, nuestros presupuestos ya sobrecargados se romperán igual que un saco. El Pentágono sabe que no puede estar en misa y repicando; esperemos que también los congresistas (a los que les encanta predicar pomposamente de recortar los presupuestos pero odian recortar los programas reales) capten el mensaje.

El Presidente Obama tiene formado el equipo adecuado para iniciar esta reducción estratégica de los presupuestos de la defensa. Gates viene siendo un defensor declarado de recortar los programas que no nos podamos permitir, y cuenta con el firme respaldo del Almirante Mike Mullen y el General James Cartwright, secretario y vicepresidente del Estado Mayor. La cúpula del ejército sabe que el país no se va a poder proteger si está arruinado.

En esta era de política presupuestaria, no puede haber estamentos intocables. Obama y sus asesores del Pentágono tienen que demostrar al país que al alterar la forma en la que gastamos el dinero, será posible recortar nuestro presupuesto en defensa y seguir protegidos.

David Ignatius

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -