martes, marzo 19, 2024
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Palestinos

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Se endosa a la fatalidad que la apuesta del Congreso por el Estado palestino haya coincidido con el atentado en una sinagoga de Jerusalén en el que han muerto cuatro personas. No es fatalidad sino lógica macabra de un conflicto donde la espiral de acción-reacción forma parte de la sangrienta vecindad de dos pueblos igualmente respetables. Cualquier iniciativa similar -de escaso recorrido en el tablero internacional, dicho sea de paso-, está llamada a coincidir con un atentado terrorista de los palestinos o la consiguiente represalia del ejército israelí. Simple aplicación de la estadística que nos depara la dinámica de un conflicto abierto hace más de sesenta y cinco años.

Tal vez a estas horas ya se habrá producido, o estará a punto de producirse, la anunciada respuesta «con puño de hierro» que anunciaba este martes el jefe del Gobierno israelí en venganza por las cuatro personas asesinadas «cuando sólo habían ido a rezar», en palabras de Benjamín Netanyahu. Como si fuera de mejor o peor condición, según se mire, la muerte de los niños reventados por las bombas israelíes en las franja de Gaza. Mientras que la respuesta de los  palestinos es terrorismo, la israelí siempre será un acto de legitima defensa. Pues lo siento pero algunos no comulgamos con ruedas de molino, más allá de reconocer a Israel el derecho a vivir en fronteras seguras. Dicho sea con la misma convicción que reconocemos el derecho del pueblo palestino a autogobernarse y a disponer de su propio Estado, sin predicar hasta entonces su obligación de poner la otra mejilla ante los continuos agravios del poderoso vecino (asentamientos, bloqueo, humillaciones, dominación militar, etc.).

Lo del Congreso español, instando al Gobierno a que reconozca el Estado palestino como resultado de un diálogo previo entre las partes, es un simple gesto. Una especie de carta a los Reyes Magos para que se una vez por todas se restaura la paz en Oriente Medio, Y, sobre todo, la legalidad atropellada por Israel desde que en 1948 se autoproclamó Estado de forma unilateral y al margen de la original resolución de la ONU, que recomendaba la creación de dos Estados. Desde entonces, cualquier amago de arropamiento internacional o la mera expresión de simpatía con la causa del más débil es ponerse a la cola para ganarse el estigma del antisemitismo. Una simpleza que insulta la inteligencia de los analistas pero que se sigue utilizando.

No me extrañaría que algún necio tenga en la punta de la lengua tachar de «antisemita» al Congreso de los Diputados. Ya se está demorando. Otros no han tardado tanto en calificar de disparate eso de poner el eventual Estado palestino «en manos de un grupo terrorista». Me parece irritante la insensata asimilación del pueblo palestino a un grupo de fanáticos. La ETA asesinaba en nombre de la patria vasca y a nadie se le ocurría endosar la conducta de la banda a la voluntad de los ciudadanos de Euskadi. Y si alguien lo hizo, los propios vascos y sus legítimos representantes pusieron el grito en el cielo. Con razón. Pues aplíquense el cuento quienes creen que cada palestino lleva un hacha bajo la kufiya.

Antonio Casado

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