jueves, marzo 28, 2024
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CIS 2011. En un país distinto

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¿Puede cambiar tanto un país en apenas siete meses? ¿Es posible un vuelco electoral tal que un partido se imponga por mayoría en ayuntamientos, autonomías y gobierno? Según el barómetro del CIS, que inaugura la campaña electoral de 2011, sí. Los 195 escaños del PP en el Congreso frente a los 121 del PSOE; casi 17 puntos de distancia; una intención de voto de 46,6 % para los populares y 29,91 % socialista; la aplastante mayoría absoluta del PP con 74 diputados de ventaja arrojan el perfil de un país irreconocible, con la mayor concentración de poder conocida hasta ahora. La macro encuesta electoral, tan esperada por los partidos para ultimar la estrategia de la recta final, tiene desajustes en su historial, pero nunca superiores a seis puntos.

Unos por malas, otros por buenas, ninguno quiere creerse las encuestas. González Pons, el más rotundo, prefiere arremeter contra los resultados. Para él, las encuestas “no están cocinadas, si no tostadas”. Con esta acusación el vicesecretario de Comunicación del PP pretende evitar la desmovilización de un sólo voto, aún a costa de dañar el rigor del Centro de Investigaciones Sociológicas, institución que cuenta con respetables expertos en análisis electoral de uno y otro perfil.

El PSOE se volcará – como hasta ahora- en el 31 % de indecisos, 8,5 millones de ciudadanos que no saben todavía a quién votar. Papeletas no decididas, aunque seguramente proyectadas. De los que dudan, un 27 % lo hace entre PP y PSOE. El mantra del voto oculto socialista ya se desmontó en las elecciones municipales y autonómicas del pasado mayo, cuando en Castilla-La Mancha, por poner un ejemplo, Barreda confió en que sería favorable a su partido y, sin embargo, gran parte votó a favor de Cospedal. Los caladeros de voto socialista tampoco sirven para esta cita. El desplome pasa por comunidades clave. Hay batacazo en Andalucía, donde se produciría la mayor caída de 11 a 12 escaños; en Cataluña, donde el PSC perdería 9 escaños; y en Euskadi el PSE restaría dos.

Las preguntas de la encuesta son sencillas y sacar conclusiones sociológicas de los porcentajes complejo. ¿La mayoría absoluta del PP, junto a las anteriores victorias populares del pasado mayo, significa que España es de derechas? A pesar de lo arrollador del resultado, no. Los votantes, si tienen que elegir entre Rubalcaba o Rajoy, sólo un 1,9 % más prefiere a Rajoy. En otra pregunta similar, ¿Cómo calificaría la actuación política del PP en la oposición estos 4 años? 82% contesta de regular a muy mala. Otro dato en la letra pequeña del barómetro apunta a que el 61 % piensa que el PP lo habría hecho igual o peor al frente del Gobierno.

Aún así, del efecto Rubalcaba no queda ni rastro. La última encuesta elaborada por el CIS en julio, daba una distancia de 7,1 a favor de Rajoy que hoy se ha duplicado. El PSOE es seguramente el partido que más ha perdido la complicidad e identidad con sus votantes. Para muchos candidatos, dirigentes y militantes del PSOE el estímulo ya no es ganar el 20N. Apuestan por el mejor resultado posible – escrutinios que se arrojarán unos a otros – y pujar en la contienda interna del día siguiente: el control de la secretaría general, el futuro aparato del PSOE y la posibilidad abierta de unas primarias. El post zapaterismo fundado por Rubalcaba podría querer forzar la dimisión de Zapatero como secretario general del PSOE la misma noche electoral, según comentan algunos socialistas, acertando seguramente en la diana de las intenciones y no tanto en los tiempos. Pero este es otro asunto.

El resto de buenas noticias de la encuesta van a parar a los partidos minoritarios que acuden al 20N con una ley electoral que no les favorece. Si el CIS se cumple, estaríamos ante un Parlamento con el mayor arco de representación en cuanto a número de formaciones. IU entraría con 8 escaños, CIU con 13, PNV y Amaiur – la marca de la izquierda abertzale – se repartirían tres asientos cada uno, UPyD obtendría otros 3 escaños, BNG y Coalición Canaria dos cada uno, Foro Asturias -de Álvarez Cascos- entraría en el Congreso y Equo conseguiría un puesto de diputado.

En palabras de Ramón Luque, coordinador de campaña de IU, las urnas están vacías. Y aunque ninguno se atreva a firmar estos datos como definitivos, la intuición colectiva e interna en los distintos partidos es que la impresión fija electoral de las encuestas no se desviará demasiado. El debate a dos bandas en TVE de los candidatos PP y PSOE es de las últimas cartas de Rubalcaba para encender la campaña y remontar una distancia casi imposible.

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Pilar Velasco

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