miércoles, abril 24, 2024
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Moción de censura

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Dudo que Mariano Rajoy presente la moción de censura que dice que «no descarta». Y no porque no va a llegarse a la «situación límite» en la que coloca esa posibilidad, sino porque no le conviene políticamente no contar con otros grupos ni le añade nada en la percepción social de los males gubernamentales. La moción podía haber tenido sentido en la anterior legislatura porque, en la propuesta alternativa que el nuevo candidato debe presentar, habría servido para fijar y explicar una posición en el seno de un debate controvertido (el «proceso» de diálogo con ETA, la reforma del Estatuto de Cataluña…), al mismo tiempo que exponer la que se consideraba lamentable acción del Gobierno. Era imposible censurar efectivamente a Rodríguez Zapatero, pero los réditos políticos parecían plausibles. Las circunstancias son ahora distintas.

Tampoco conseguiría Rajoy, ni en «situación límite», sustituir al actual presidente con una moción de censura, pero el precio de ser rechazado por el Congreso no traería consigo los réditos que podía haber obtenido en la anterior legislatura. La formulación política de las deficiencias e ineficacias del Gobierno están en la calle y se van viendo cada día de forma más patentes en manifestaciones, declaraciones públicas, constatación de los problemas y de la ausencia de soluciones, nerviosismo y desconcierto. Mientras los trabajadores autónomos se manifestaban ayer en las cercanías del Congreso insistiendo en que para muchos de ellos la situación es ya límite, el Gobierno tenía que utilizar el decreto ley para las medidas de promoción del empleo porque no ha logrado el mínimo consenso ni con los agentes económicos ni con los grupos parlamentarios. Para hacer visible que el Gobierno no logra ni de lejos acertar y liderar una mayoría social que vaya más allá de la representación parlamentaria que ostenta, el PP no necesita, desde luego, la moción de censura. Incluso la comparación de una moción de censura que es constitucionalmente «constructiva», es decir, con un candidato alternativo, puede ser contraproducente.

La otra ventaja posible de la moción que no se presentó en el pasado podría mantenerse viva en esta ocasión, pero el PP no parece estar dispuesto a aprovecharla ya que no desea, al menos por el momento, presentar su alternativa concreta para luchar contra la crisis económica. Da la impresión de que la estrategia de la oposición, ya desde la discusión de los Presupuestos vigentes -recurridos ahora por el PP ante el Constitucional-, es dejar toda la iniciativa en manos del Gobierno, reservándose, lo que va haciendo con mayor contundencia cada día, la crítica de lo que se proponga o no se consiga concretar. Tiene su eficacia pero parece que resultaría más conveniente y más útil -y más convincente- que el PP se preparara y se dispusiera para ofrecer al electorado una alternativa seriamente construida, que pudiera responder no sólo a las preguntas defensivas del PSOE, sino a las inquietudes y las angustias de los ciudadanos. Si el PP no modifica esta cautela estratégica es absurdo presentar la moción de censura.

Germán Yanke

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