viernes, marzo 29, 2024
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«Pisa» nos pisa

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La última entrega del «Informe Pisa» -una evaluación de los conocimientos y habilidades de los alumnos quinceañeros-, sitúa a los estudiantes españoles a la cola de los países de la OCDE. Si en un estudio anterior el diagnóstico era que estaban peces en matemáticas y comprensión lectora, según éste siguen sin entender lo que leen y son torpes a la hora de resolver problemas relacionados con el manejo de aparatos electrónicos o la interpretación de mapas.

Eso es lo que dice el informe. Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Pisa, Montserrat Gomendio, secretaria de Estado de Educación,  salió a la palestra -el ministro debía estar muy ocupado- para endosar la responsabilidad del presunto fiasco a los planes de estudio (los anteriores, los acuñados por el PSOE) y a los maestros. Sin decirlo con estas palabras, sentenció que los resultados del Informe (malos) avalaban la necesidad de cambiar los planes de estudio. Vamos que la respuesta era la polémica LOMCE. Ley que  modifica dos anteriores: la LOE (2006) y varios artículos de la LODE (1985) provocando el rechazo de toda la oposición.

En la escuela, en el colegio, se enseña, pero es en casa dónde se educa

Me gustaría compartir el acto de fe de la señora Gomendio. Soñar que una ley puede lograr el milagro que todos esperamos cuando hablamos de calidad de la enseñanza. Hablando de estas cuestiones, el admirado maestro José Antonio Marina suele traer a colación un dicho africano que asegura que para educar a un niño se necesita toda una tribu. Es decir que no basta con el maestro. Que la educación, entendiendo por tal: la transmisión de conocimientos, el estímulo de habilidades, la inculcación de valores morales y cívicos y, en definitiva, la socialización de los alumnos como ciudadanos en ciernes -hablo de «socialización» no de «socialistización», que es cosa diferente-, es tarea que no se resume y agota en la escuela.

En la escuela, en el colegio, se enseña, pero es en casa dónde se educa. En casa y a través de los medios de comunicación. Sobre todo, la televisión. Desde luego, no abandonándolos a su suerte en el piélago de la Red. No estoy seguro de que la fotografía color sepia que nos deja el Informe Pisa refleje con rigor el nivel de conocimientos y habilidades de nuestros estudiantes.

Tengo para mí que no son tan torpes. Por eso creo que en vez de buscar a los responsables de este presunto estado de cosas, lo que daría fruto sería un pacto por la Enseñanza. Acuerdo entre las derechas y las izquierdas para alumbrar un plan de estudios capaz de perdurar toda una generación. Alejar la educación de las pecadoras manos de los políticos y su tendencia a manejar solo las luces cortas. Ese sí que sería un milagro.

Fermín Bocos

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