jueves, marzo 28, 2024
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Afganistán a debate

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El debate sobre la presencia de tropas españolas en Afganistán, su significado y sus consecuencias, tiene el peligro, como tantos otros en la España de estos días, de desvirtuarse hasta el ridículo. La cuestión más importante parece ser, por el momento, determinar si estamos o no en una guerra o en una misión de paz, saber qué se entiende por guerra, si esta se define por el rótulo oficial de las misiones internacionales o por los riesgos de las mismas, etc. Ha sido el asunto recurrente desde hace mucho tiempo, subrayado cuando mueren los soldados, planteado en el Congreso por Rajoy con tanta insistencia como empeño en decir que no era lo principal, y contestado por el portavoz del PSOE con tanto tiempo y recursos como si efectivamente lo fuera.

Todo ello deja lamentablemente en segundo término lo fundamental que, por otra parte, el líder de la Oposición expuso ayer adecuadamente. Uno, el objetivo de la misión, que no es otro que defender el país y a nosotros mismos de la amenaza terrorista, una realidad que justifica la presencia española y que, para conseguirlo, precisa tiempo y medios. La misión necesita claridad y explicaciones, hasta pedagógicas, que incomprensiblemente se han hurtado. La situación y el cumplimiento de los objetivos necesita un análisis serio y unas dotaciones suficientes ante los cuales no podemos ni quedarnos a medio camino ni a la espera de decisiones ajenas. Porque las decisiones internacionales son ajenas cuando no se quiere, en consonancia con la opinión pública española, participar en su elaboración.

Si el Gobierno debe quitarse la máscara de un falso pacifismo para afrontar, en la información y en los medios, esta grave pero necesaria situación, la Oposición al hilo de lo dicho ayer por Rajoy en el debate, debería tentarse la ropa a la hora de la tentación de sobreactuar. Encontrarse con dirigentes del PP que preguntan al Gobierno por qué hemos ido a Afganistán cuando la decisión inicial fue de Aznar es absurdo. Quejarse de que se apoye a un Gobierno corrupto y dudosamente democrático en aquel país cuando el actual presidente fue colocado en el poder por una coalición internacional a la que pertenecíamos cuando gobernaba el PP es ridículo. Si el PSOE debe olvidarse de las comparaciones entre Irak y Afganistán, como si temiera que, defendiendo el sentido de esta misión, se subrayen las críticas por haberse marchado de Irak o la incoherencia, el PP –ciertos dirigentes del PP- no pueden convertirse ahora, sólo por no tener capacidad y luces para hacer una oposición seria al Gobierno, en pacifistas que quieren, además, una España alejada del mundo y de sus compromisos internacionales.

Germán Yanke

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