viernes, abril 19, 2024
- Publicidad -

Bomba en Bilbao

No te pierdas...

El año ha terminado, y no es la primera vez, con un nuevo atentado de ETA: un choche bomba, cien kilos de explosivo, contra la sede de la Radio Televisión Vasca. La persistencia del terrorismo logra en ocasiones que, ante hechos como este, los resortes éticos de la sociedad -no sólo de los políticos- se muestren de algún modo astragados: no ha habido víctimas personales, deslumbra la espectacularidad de la explosión, nos consolamos con una valoración que implica menos compromiso del debido. «ETA quiere demostrar que está presente», como si se tratara de ocupar un lugar junto a los demás en el escenario, como si el peligro (que en todo caso no sería menos) fuese tan sólo tener que compartir la vida con la violencia terrorista, como si su aparición fuese una molestia temporal. El lehendakari Ibarretxe, tras el atentado de Bilbao, ha dicho que no se debe permitir a ETA que «amargue, una vez más, las Navidades», como si fuese el familiar molesto que termina fastidiándonos la Nochebuena.

El alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna -un nacionalista que en esto y en casi todo habla sin la retórica de muchos de sus correligionarios-, dijo el miércoles en las proximidades de la Radio Televisión Vasca que, si ETA quería hacerse presente, habría que hacer ver que también lo estamos los demás. Es decir, no se trata de una engorrosa presencia en la placidez de las Navidades, sino el empeño de ocupar un lugar que corresponde a los ciudadanos y sus instituciones. No ha habido víctimas, se repararan los gravísimos daños, pero las cosas no pueden terminar de ese modo ni se puede pasar la página: se trata de no dejarse ocupar el terreno, de no cederlo a los terroristas y a un ambiente de amenaza que busca precisamente, aunque sea antes o después, de un modo u otro, el desistimiento. El único añadido que se puede hacer a Azkuna, que él aceptaría sin duda, es que tenemos que hacernos presentes hasta el punto de que no haya lugar posible para los terroristas.

Sin duda tenía razón también el presidente del PP en el País Vasco al afirmar en el mismo lugar que la batalla contra los terroristas no se limita sólo a la detención de los pistoleros que habían robado el automóvil, lo habían llenado de explosivos y lo habían dejado junto a la sede de la Televisión, muy próxima, por cierto, al Hospital de Bilbao y a la terminal de autobuses. El entramado que hace posible atentados como este, la maquinaria que realmente quiere hacerse con el espacio de las instituciones democráticas y los derechos de los ciudadanos, incluye a los financiadores, sus apoyos políticos, etc., que son los que, al mismo tiempo, hay que combatir.

Así que es el momento, otro más, el de siempre, de elegir. Si nos quieren amargar las Navidades, ya pasarán estas o nos aguantamos. Si lo que pretenden es apartarnos (nuestros derechos, nuestras instituciones, nuestras libertades) hay no sólo que evitar esa presión, sino terminar con ellos. Ibarretxe pide una respuesta serena pero ¿quién lo quiere? ¿quién, en este lado, no pretende incluso la serenidad fruto de la ausencia de terrorismo? Lo que hay que dilucidar es si la serenidad es la energía y la firmeza de Derecho o la pusilanimidad de esperar que pasen las fiestas.

Germán Yanke

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -