sábado, abril 20, 2024
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Novela erótica: ¿literatura o pornografía?

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La literatura erótica no es cosa de nuestros días. Ya en el Antiguo Egipto existían tratados que giraban en torno al sexo. Cierto es que algunos recopilaban simplemente posturas sexuales pero también lo es que de los pocos fragmentos que quedan intactos destacan algunas descripciones del acto amatorio. Desde entonces el erotismo y el sexo han estado presentes en diferentes épocas, jugando en muchos casos con la censura, hasta nuestros días.

Ahora, este género tan poco reconocido, en parte porque es confundido con pura y dura pornografía, intenta salir del agujero en el que está inmerso, nunca mejor dicho, a través de incentivos tales como este I Premio Incontinentes de Novela Erótica.

El ganador de esta primera edición ha sido el escritor santanderino Álvaro Díaz Escobedo, que nos muestra como se puede hacer una novela erótica a través de una buena y adecuada prosa en la que apenas se dicen palabras soeces. La novela refleja el ambiente tradicional de un crucero de lujo y lo hace bajo la óptica de la moral actual.

Con este escenario de fondo, el protagonista, un mentalista cuyos servicios son contratados por un hombre poderoso para que seduzca a su esposa, se convierte en un hombre solitario codiciado sexualmente por mucha gente. Eso sí, nada de pornografía y si mucho erotismo y belleza o, lo que es lo mismo, placeres carnales con una descripción revalorizada en función del ideal del amor o de las relaciones sociales entre las personas. Esta ha sido la razón principal por la que el jurado ha elegido la obra del autor cántabro como la ganadora, aunque también es cierto que entre las 70 novelas que participaban en el certamen muchas eran, según uno de los miembros del jurado, para «asesinar a los autores».

Las novelas finalistas

En cuanto a las novelas finalistas, Bajo las pupilas del amor, de Hernández Villar, es una obra que retoma el escenario de un internado femenino representado como antro de perdición. En éste se desarrolla la acción, que trata las relaciones entre un adulto obseso y unas menores deseosas de conocer. «¿Y si fueras una niña y tu padre se enamorase de ti?», se pregunta el autor. Hernández Villar intenta mostrar en este libro un «sexo postmoderno» según sus palabras, que tiene como referencia a la Lolita de Vladimir Nabokov, salvando las diferencias.

El otro autor finalista es José Luis Martí por El coleccionista de bragas, título cómico donde los haya, y que se podría unir a títulos cinematográficos como El coleccionista de huesos o El coleccionista de amantes. En esta ocasión el escritor conjuga todos los resortes tradicionales del erotismo en un marco actual. La historia trata de una mujer que recibe una propuesta de un desconocido que se esconde entre las sombras. ¿Qué es lo que pide este misterioso personaje? Es obvio, el título lo dice.

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